Por: Wiston Morales Chavarro (1969-)
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IV
ARIADNA
El amor es claro, Teseo,
Simple como la piedra que surca el agua
Liviano como la honda que aquieta el río.
El amor es claro, no lo dudes,
Es transparente como el filo de la espada
Cálido como la roca que yace sobre el aluvión.
Cuando el tiempo se encrespe
Cuando se turbe el hilo de la noche entre tus besos
Piénsalo Teseo,
Amante mío,
Guerrero de la excitación hecha viento
El amor es blanco,
Ligero como las hojuelas del cadalso.
El amor:
La hierba crispada de tu pubis
La oscuridad imposible de tus coyunturas
El velamen inquietante de tus articulaciones.
Piénsalo hijo de Atenas
No le cierres el brazo a quien te busca y ama
El amor es claro
Translúcido como la almendra que cruza el cielo,
Como la Lucerna que vaga sobre las aguas de su propia oscuridad
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V
ORFEO
El amor, Eurídice,
La única razón suspendida en el aire de las cosas.
De ahora en adelante es necesario repetirlo:
¿Qué más le queda al hombre
Después de transitar por el averno?
¿Qué más si no el Amor?
El ribete, el viento, los molinos?
Viene y va el ala herida del viajero,
Caen infinitamente las hojas del crepúsculo,
Brillan momentáneamente las monedas.
¿Y el Amor?
Quedan los ángulos,
Su espada penetrando el Aquerón,
Sus fuegos y calores en las puertas de la hechicería.
Es mentira que el amor se nutra de lo nuevo,
Es igual de inexistente el ímpetu de la muerte en ciertos corredores:
Tiene el peso y la frescura de una Muchedumbre,
La fuerza de un ejército en las postrimerías de la capitulación.
El amor, Eurídice,
No hay una cosa más noble y más pesada,
No hay un héroe que logre más de sus relojes,
No existe el gladiador que recupere más de sus cábalas.
Todo pasa,
Todo envejece en las aguas de la Estigia;
Las coas perecen en los cuartos del anonimato.
Sólo el amor,
Ataviado con su espada y su broquel,
Penetra las conjeturas de Plutón,
Se pase por las curvas meridiana de todos sus palacios.
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XXVII
ÍCARO
Tus ojos son mis alas.
A través de ellos me descubro
Y veo la vida sin dobleces,
Sin sombras.
Cuando tus ojos me confrontan
Cuando vienen sobre los míos
Sé que no es mi vuelo
El motor de lo estacionado
La cera perdida que cose mis plumas.
Y cuando desnudo me remonto a las alturas
Tus ojos me dan la claridad para salir de ciertos laberintos
Me dan las alas,
La simetría de un ángel ortodoxo,
La tranquilidad de caer
Sin lograr el purgatorio o las brasas del que peca.
Tus ojos me hacen libre,
Me redimen de cadenas ganadas con el tiempo,
Fraguadas por mi condición de hombre;
Mi circunstancia de cordero fuera del astil.
Cuando vislumbras,
Cuando elevas tus ojos a mis latitudes
Me siento un ángel patriado en tu universo
El hombre recuperado
El pecador feliz de su destierro.
Tus ojos son mis alas
El motor que nunca tuve
La hoguera que calcina y quema.
Tus ojos:
Perdición,
Pecado,
Alimento.
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Camino a Rogitama. Bogotá. Trilce Editores. 2010. Págs. 21-22, 23-24, 67-68.
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