Por: Andrés Caicedo (1951-1977)
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Su teatro es considerado como lo mejor del realismo norteamericano. Es un teatro folclórico. Se basa en elementos de la clase media norteamericana para anunciar sus hipótesis.
El zoológico de cristal. Obra pesada, donde se sumerge en complejos personales como una niña semiparalítica y el complejo de su madre por dicho problema. La madre trata por medio de otro hijo, hacer entrar a su hija enferma a una vida social común y corriente, pero fracasa.
Una tranvía llamado deseo. Williams estudia aquí la vida matrimonial. Cónyuges engañados mutuamente, aparentemente felices, una hermana de la esposa medio loca que vive de recuerdos, todo esto para llevar el mensaje de que la realidad es una y lo que se cree de la realidad es otra cosa. El autor no sabe realmente qué características darle a su mundo, no sabe si despojarlo de esperanzas o dejarlo a medias, no sabe si hacer triunfar la maldad o la bondad. En esta obra se alcanza a contemplar perfectamente dicho problema.
Verano y humo. Obra bastante acertada de la medida en que va evolucionando de una atracción amorosa mientras los personajes del hecho crecen. O sea el influjo del tiempo, su paso a través de los sentimientos, las huellas que van dejando en el medio ambiente los seres humanos. H es el hombre. Bueno e ingenuo cuando jovencito; es la presentación del vicio ya grande. M es la mujer. Buena pero coqueta cuando jovencita, es la representación de la virtud algo falsa. Y he aquí que la batalla ya está entablada, H no es malo del todo, pero sí en su mayor parte. M le tiene miedo al sexo, sin embargo no puede de ninguna forma apartarlo de su mente, no puede tomarlo como una cosa normal. Hay un tercer personaje que le da al sexo su valor justo, tal vez un poco exagerado. Al final del combate entre vicio y virtud casi-falsa, no se sabe realmente quién gana. Los adversarios optan por retirarse de la lucha.
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El libro negro. La huella de un lector voraz. Bogotá. Grupo Editorial Norma. 2008. Págs. 117-118.
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