Por: Juan Duque.
Universidad de Antioquia. Facultad de Comunicación.
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¿Cuál es su participación en la obra?
Realicé la tarea de asesor literario, desde mi formación en la estética de Fernando González. Toda la tarea se hizo desde consideraciones de carácter estético. Mi intervención o mediación, como denomino la Asesoría, obedece solamente a ese dominio, más no desarrolle nunca una intervención o mediación en lo que es llevar ya la obra la escena teatral, que queda en poder del director y los actores de la misma.
¿Qué trabajo se realizó para la preparación de los actores con respecto a la obra literaria de Fernando?
Como te decía, mi intervención o mediación es solamente cuando desarrollo una serie de tesis alrededor de temas de y alrededor de Fernando González. La preparación entonces está relacionada con la teoría estética de González, y en esas intervenciones busco hacer conciencia sobre ese fenómeno en la formación de González. Quiero decir que trato a Fernando González desde mi perspectiva de lo estético. Y mediante mis tentáculos puedo extraer de él, lo transmito y tentáculo de cierta manera al Director y a los Actores. Busco suscitar y provocar la coincidencia y la contradicción, desde la crítica y la reflexión teatral que cada uno de ellos sienta necesidad de hacer, o sea desde una Metódica que llamo la Suscitación Súbita del Sentido (SSS).
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¿Cuál es el objetivo esencial de la obra?
Tiene como principio esencial y propósito básicamente intencional, el del llevar al teatro a Fernando González, en sus numerosas y maravillosas formas de ser y de sentir, desde su mundo al del espectador y proponerlo como un crítico radical, en un medio donde ya hoy no hay crítica ni incisiva e irónica y de manera de vivir la vida como él lo hizo. Teatral podríamos decir, considerando que él también trato el tema del teatro, se intereso por el teatro. Queríamos buscarlo allí y extraviarlo de nuevo. Exhibirlo y ocultarlo después, en el mismo momento en que se hacía demasiado evidente en la teatralización que nos propusimos realizar.
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¿Cuál es su opinión del resultado final de la obra?
Es excelente por la tensión que provoca en el espectador. Por el dominio técnico de los actores que demuestran en cada momento del desarrollo de la obra de una poderosa y tentacular posesión de lo tratado y lo no tratado con ellos, sobre Fernando González. Cuando el teatro interviene en la materia misma de la vida, como en esta Velada Metafísica; el resultado siempre será extraordinario y eso hizo el Colectivo Teatral Matacandelas al llevar a escena la temperatura y el temperamento estético de Fernando González. Y que a su vez, era un vaciamiento crítico de lo que ellos, habían vivido con Fernando González, pues como dice Cristóbal Peláez, hace ya mucho querían y tenían la intención de llevarlo a escena, pero no habían dado con la estructura teatral desde donde lo podrían hacer, exaltándolo e ironizándolo, porque era allí donde lo realizaban en él y para ellos mismos.
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Qué acercamiento ha tenido usted a Fernando?
Tratándose de una relación con él, ha sido y será siempre por el carácter crítico y la necesidad de contradecir, de instalarse ante sí mismo como contradictor, de ser radical en su mística y en su deseo insaciable del conocimiento y la naturaleza. Drama para mí del conocimiento en él, por esa misma intensidad irrevocable de insaciabilidad que le daba a todo lo que hacía. Mi trato con él ha sido y será, como he dicho, en la misma forma que él propone para sí mismo, o sea, desde la contradicción, la crítica y la ironía. Es la medida, medida de lo excesivo, en la que hemos vivido con él, desde que leí ese hermoso tratado: Pensamientos de un viejo, hasta cuando leo hoy todavía con la misma intensidad insolente, ese otro tratado que llamo El Hermafrodita dormido o el de la ironía como historiador al revés en su Simón Bolívar. En todo momento soy lector de los dos González que soy: Fernando y Óscar.
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