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Por: Óscar Jairo González Hernández. Profesor Facultad de Comunicación. Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín
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- ¿Qué y desde dónde, cómo se instala hoy para usted en nuestra literatura Gonzalo Arango y que le dice de nuevo, en alcance y dimensión?
- ¿Considera que la obra de Gonzalo Arango, es totalmente de hoy y por qué y desde dónde la considera de esa manera?
- ¿Gonzalo Arango podría ser considerado en este momento sin el nadaísmo, sin el movimiento nadaísta que formó y por qué sí o no?
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LUIS FERNANDO CUARTAS (1957-)
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1. Gonzalo Arango, el Profeta como él mismo se autodenominaba, marcó una acción, reventó esquemas, autopublicitó su osadía, creó amigos y enemigos, en pocas palabras fue un panfletario con imaginación y un publicista melancólico que oficiaba de revolucionario para acrecentar un existencialismo criollo, una especie de dragón con el corazón en un mango y su poesía en una cantina. Algo más que su poesía era su actitud de fiera enjaulada buscando salida. Tal vez los primeros happening que se hicieron en Colombia los inauguró él y sus parceros. Un muchacho de provincia todavía con el escapulario pegado al portafolio escolar, con ganas de ganarse el pan con algo menos cruel que el castigo de las ocho horas de oficina, se la jugó contra su padre el telegrafista y contra su madre, la señora que hacía adornos en las calles de Andes. Siempre se mostró como un jovenzuelo haciendo picardías, casi como un demonio angelical, entre el desdén, la vociferada, el alboroto, algo en el fondo cristianizante aunque hiciera diatribas a la iglesia y se burlara de sermones y de dogmas. Hoy en día Gonzalo es un ejemplo, un lamparazo en la vida cotidiana. Bueno ahora que hay tantos poetas, que pueden acceder al internet, que conocen de primera mano la ignominia y ven las fotos de las atrocidades diarias, que comunican sus afectos y desafectos con una banalidad que parece feriar el alma por una foto y un me gusta entre las redes. Ahora que esto pasa, habiendo muchos más motivos que antes para reventar y estallar con fuerza una poesía más controversial y dinámica, es cuando volvemos a mirar el acto extraño, valiente de este poeta del culantro y de las hierbas buenas. Dónde están las voces rebeldes de otros tiempos? Ernesto Sábato preguntaba en uno de sus últimos libros por la Juventud que perdió sus ímpetus y se anquilosó en fórmulas retóricas y en artistas de concurso y pasarela por los corredores de políticos de turno.
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Si bien es cierto que se equivocó con sus loas a Carlos Lleras Restrepo por una palomita en el Buque Gloria, que le trabajó como periodista y publicista del régimen macabro de Rojas Pinilla, que terminó como un hippie cristianizado y sacro-perfumado entre mariguana y proverbios d evangelizador, su acción no se ha perdido del todo. Creo que la memoria de Gonzalo Arango es una figura que aun seduce a la juventud, que los toca y de alguna manera tiene epígonos. Muchos de los que lo criticaron y quemaron su esfinge y parte de sus textos ahora están tan bien acomodados en poltronas burocráticas, que no les quedaría bien hoy, burlarse de ese Gonzalo algo solitario, desesperado e ingenuo en la política.
El problema es que los nuevos emulantes nos le queda bien parasitar su nombre y hacer alardes de un anarquismo decadente, donde el mayor azar y la sorpresa es cómo conseguir un estipendio para juagar a “niños necios”. Creo que el legado de Gonzalo no fue construir un “ismo”, fue el acto de vivir a la enemiga como diría su mentor cercano Fernando González. Su valor está en esa actitud que lo comprometió de verdad con la escritura, un penitente desesperado por hacerse así mismo un poema en vida. Muchos escriben poemas, muchos más pueden hasta vivir diciéndose así mismo que son poetas, en Gonzalo existió una duda permanente, una búsqueda, un estado insaciable, que él lo que les falta a muchos de nuestros poetas actuales.
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Ahora que pizarnikianos, que bukowskianos, algunos más o menos alcoholizados y otros más o menos cargados de alcantarillismo y bufonadas, ahora que caminan como melancolías de fines de semana, ahora que fumar o no mariguana no se antecede por un ritual y un poema en la punta de la daga diaria, ahora que tal cosa, es bueno reconocer en ese Gonzalito fue innovador entre nuestra pacata cultura. Gonzalo se sentía escritor de verdad, se la jugó toda por sentir que lo era. Muchas veces las personas escriben bien por un doblegado oficio, por aparecer en la lista de poetas pacifistas, por parecer enlutados amigos de comer del muerto. Más la obra de Gonzalo nos advierte de un ser contradictorio, complejo, vitalista, estrujó su cuerpo y su alma para sacarle el jugo de escribir arrancando girones de la realidad. No fue un académico, que por cierto detestaba a una intelectualidad fría y sin sangre; no fue un escritor de dotes refinadas, ni un culterano entre los libros, que por cierro los terminó odiando y hasta dejó de leer por considerar que la literatura le perturbaba su misión de evangelista tardío. En ese sentido lo comparto y lo asumo.
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2. Todavía algunos textos de Gonzalo nos estremecen. Medellín a solas contigo, es una mirada poética y crítica de una Medellín metida en el acoso del dinero, en los prestamistas, en urbanistas desbocados, en fábricas y miserias, muy vigente esa mirada caustica y desheredada, donde nos deja casi la obligatoriedad de continuarla, de verla desde nuestros ojos también descarnados. Muchos de sus poemas suenan como una carambola en un billar a las dos de la mañana, golpeteo fulminante que nos hace guiños para seguir escarbando. Gonzalo Arango era un excelente provocador, pocos de verdad continúan con esa tónica audaz. Aún mucho más antes del mayo del 68, de las luchas en México, y aún mucho más antes del hippismo, ya los nadaístas estaban haciendo irreverencias que antes no se podían concebir en nuestro medio. Es cierto el Dadaísmo ya había nacido, los surrealistas hacían sus actos onírico creativos, mucho de lo de estos muchachos ya se había vivido o se estaba viviendo; un existencialismo entre la ruralidad y la angustia de una ciudad absurda, crecía con las lecturas de Sartre, con Camus y escritores mal llamados de la incertidumbre. No se trata de imitarlo a ciegas, ni de escribir parodiando sus panfletos, se trata de mirarlo ahora con ojos de poeta, ¿Qué hacen hoy poetas por correr el velo de la realidad y esculcar en los resquicios, entre las líneas de la gramática del diario vivir, una manera para volver al asombro?
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3. Gonzalo históricamente no se puede considerar sin su nadaísmo y sin su antinadaísmo. Su creación nace da la nada, de su angustia de verse escondido, de verse sin trabajo y sin medios, arruinado y en tierra extraña, en Cali, crea su osadía y por ella vive, la promueve y la catapulta. Es muy probable que el nadaísmo desgasto al escritor en ciernes, le robó sangre su proselitismo cósmico. En él hay atisbos de una poesía profunda, textos de una inmensa ternura sin caer en clisés, un crítico social vehemente, un enamorado de la vida has el esplendor y el júbilo, un niño sabio y un adulto entristecido, un anacoreta solitario, un místico sin orden sacrosanta, un andariego sin sosiego, un bucólico ser enaltecido y asombrado, estrujado y escindido dentro de unas ciudades cambiantes y ensordecedoras. Alguna pequeña pléyade de poemas, algunos de sus textos de prosa poética, y su convicción de artista que lo llevó hasta su muerte. Del movimiento como tal queda poco, casi nada, pero si su historia y casi su leyenda. Personalmente a mí me marcó sus lecturas, muchas veces se hacían a escondidas como si se compartiera un contagio o un tesoro. Más que un gran poeta, es un gran símbolo, es un santo y seña, una coartada para seguir escribiendo, él es un ser de empujones, a muchos de nosotros nos empujó y aún seguimos esa cuesta abajo sin retorno.
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