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Archive for abril 2011

DIARIO SECRETO

Por: José María Vargas Vila (1860-1933)

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José María Vargas Vila

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1902. Madrid

El Museo del Prado roba toda mi atención; fuera de Italia, éste y la pinacoteca de Munich son los más formidables arsenales del Arte, con que éste puede defenderse contra el olvido de los siglos.

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1919, Febrero

Ninguno, tal vez de los escritores de mi tiempo se han prestado menos a la anécdota que yo. Minado en mi Soledad como en una fortaleza, nadie llega a ella, nadie me ve venir, nadie me ve vivir. Vivo en comunión con el público por mis libros. No le entrego mi persona, no tengo amigos, no tengo discípulos, nadie llega a mí… Yo no fumo, no bebo licores, no me he acercado nunca a ninguna mesa de juego y, sin embargo, se habla de mis orgías.

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1920, julio 23. Barcelona

¡He ahí el día temido!

Hoy a las nueve de la mañana he cumplido sesenta años. Atrás queda mi vida; lo que queda delante no es sino una lenta agonía… La vejez…

Los regalos de mi hijo son objetos de toilett y de elegancia; pañuelos, corbatas, perfumes. Es un homenaje que hace a mi antiguo culto por lo que sea elegancia y refinamiento. Mi dandismo tan característico no tiene visos de desaparecer con la edad.

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1921, Julio

Eso que se ha dado en llamar problema de Rimbaud, es imbécil y ridículo… ¿por qué ir a buscar en los genitales de un individuo el secreto de su genio?… Cualesquiera que fueran las formas de relaciones habidas entre Rimbaud y Verlaine, ellas no impidieron que el uno escribiera “Bateau Doré” y el otro sollozara en “Les Violins”. Años hace que sus sexos se pudren bajo la tierra que ignoró el uso que hicieron de ellos… Y, en cambio, su genio se levanta más alto que su pecado… suponiendo que su pecado no fuera una forma de su genio.

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Abril 23, Madrid

Alguien me trae un libro de Eugenio D´Ors para que lo conozca; ensayo leerlo… me falta abnegación para concluirlo; nunca la trivialidad, unida a la pedantería había provocado algo semejante; es conmovedor el esfuerzo que Eugenio D´Ors hace para pensar sin lograrlo; y sería más conmovedor si no fuera tan grotesco, el esfuerzo que algunos españoles hacen para hallar un pensador en Eugenio D´Ors.

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Abril

¿Ortega y Gasset? Einstein con boina; ¿Ramiro de Maetzu?, un inglés full, traducido al español por el Lápiz de Bagarcia; ¡Gómez de la Serna?, el hombre sándwich, unido al hombre orquesta –ninguno de los cascabeles de la imprudencia le faltan para su reclamo-; ¿Gómez Carrilo?, un caniche de cupletera, enviciado y amaestrado a las más viles delectaciones.

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1929, abril 20

He aquí terminada mi nueva novela, Italo Fontana, libro amoroso, escrito por un hombre sin amor, idilio apasionado, cándido escrito, por un hombre sin pasiones; amor de aurora escrito en una hora de crespúsculo vespertino, vecino de la noche; la gloria de la vida, cantada por los labios de la Muerte…

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Selección, introducción y notas de Consuelo Triviño.

Prólogo de Rafael Conte.

Diario secreto. Bogotá. Arango Editores. 1989. Págs. 55, 102, 111, 130-131, 146, 190.

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POÉTICA

Por: Rosamel del Valle (1901-1965)

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Rosamel del Valle

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Comprendo perfectamente que el hombre tiene absoluta libertad para elegir los elementos que puede o debe servirse, por ejemplo, para la realización de un poema o de un libro. Y aun para afrontar con la mayor sinceridad posible las consecuencias de este esfuerzo nunca vano del todo. Pero qué vago parece teorizar en un sentido estricto cuando, precisamente, estos elementos toman forma, estructura, sonido, de modo tan diferente en manos del hombre. De ahí el punto de partida de la VIDENCIA poética. Porque ¿qué es lo que distingue al poeta del resto de los seres? Nada, si no fuera por la posesión de este extraño secreto. A veces, y por lo que ello puede importarme, creo que este secreto no es sino un débil CONTACTO exterior o una EXPERIENCIA. El calor –siempre humano, por lo demás- de este contacto despierta al ser entre sus tinieblas. Y este despertar no puede ser representado ni invadido sino por leyes propias, en medio de una atmósfera exacta, en el centro de un clima cuya mayor dificultad no es sentirlo, sino expresarlo. En esto, como en otras cosas, el sentimiento es algo secundario. Luego, me parece una experiencia cuando lo que despierta en el ser tiene que valerse de un lenguaje para dar forma a algo que desea tocar, retener, ver una vez más todavía antes que el pensamiento vuelva al sueño.

Por otra parte, nada más inútil que creer que el poema no obedece a ley alguna y que su contenido no es en sí sino la síntesis de uno o varios sentimientos expresada de una o de otra manera. Al contrario, la poesía obedece a un esfuerzo de inteligencia, a un control vigoroso de la sensibilidad y su expresión atrae al ser del sueño en que se agita. La imagen de este otro espacio bien no puede ser REAL del todo. Pero entonces, ¿qué será la poesía? Nada más irreal que la existencia.

Cuando el pensamiento se desprende de sus raíces, el ser ve claro, interpreta en sí el sentido de un lenguaje simbólico o mítico que desea traducir este contacto. Hace lo posible por moverse en torno a esta lucidez y ordena el golpe que viene desde el país de adonde.

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Prólogo de Humberto Díaz Casanueva.

Selección de Juan Sánchez Peláez .

Antología. Caracas. Monte Ávila Editores. 1976. Págs. 15-16.

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Por: Ovidio (43 a. C.- 17 d. C.)

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Ovidio

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«Las protépides (1) tampoco hicieron honor alguno a su patria, pues, además de ser obscenas, se atrevieron a negar que Venus fuese diosa, por lo cual, airada ésta, se dice que las enardeció hasta el extremo de que fuesen el primer ejemplar de la prostitución, y como perdieron el pudor y se les fueron convirtiendo en duros peñascos.

Como antes de su transformación las viese Pigmalión que pasaban su vida en tan criminal disolución, espantado de los vicios y desarreglos en que naturalmente incurren las mujeres, y las juró aborrecimiento, y vivía en el estado de celibato, en el cual se mantuvo por mucho tiempo. En el intermedio de él hizo felizmente y con mucho arte una estatua de marfil, al cual dio forma de una mujer tan hermosa que ni la naturaleza ni el arte llegaron a más, y viéndola tan bella se enamoró de su estatua. Su semblante era de una verdadera doncella; parecía que estaba viva y que quería moverse a no prohibírselo la modestia; ¡tan grande era el primor que ocultaba el arte! Maravillase Pigmalión, y se enciende en su pecho un fuego de amor a la estatua como si estuviese viva. Muchas veces la tocaba con sus manos dudando de si era cuerpo viviente y no se atrevía a decir que fuese marfil; besábala y le parecía que le retornaba el cariño; le hablaba, la tenía en sus brazos y se persuadía que sus dedos se imprimían en los miembros como si fuesen flexibles, temiendo que la impresión de ellos no le hiciese algún daño o contusión. Con la idea de complacerla, unas veces le hacía halagos, otras le traía conchas y piedrecillas, dones agradables a las doncellas, diversos pajarillos y flores de mil colores, lirios, bolitas pintadas y granos de ámbar. También la adornaba con vestidos de gala; poníale en los dedos lucidos anillos y en el cuello largas gargantillas, arrancadas de piedras preciosas en sus orejas y joyas en su pecho. Todas estas cosas le caían muy bien; pero despojada de ellas no estaba menos hermosa. Poníala en su cama, llamándola su mujer, y como si tuviera sentido la colocaba y reclinaba sobre almohadas de suaves plumas. Llegó el día y festividad dedicada a Venus, el cual se celebraba en la isla de Chipre con mucha solemnidad (2). Ofrecíanse sacrificios de blancas novillas , doradas sus extendidas astas, y humeaban en los templos los ofrecidos inciensos. Pigmalión, después de haber hecho un sacrificio, se puso delante del altar, y con el debido respeto hizo esta deprecación: «Si podéis, oh dioses, conceder todo lo que se os pide, os ruego que la mujer con quien me case (y no atreviéndose a decir fuese la doncella que había hecho de marfil, pronunció en lugar de ello) sea semejante a la estatua que he formado.» La refulgente Venus, que asistía a su festividad, conoció lo que quería decir aquella deprecación, y en señal de que venía bien en darle gusto en lo que suplicaba, por tres veces se encendió por sí misma la llama de una antorcha y su piramidal punta se elevó por los aires. Pigmalión, contento con este agüero, se volvió a su casa, y al punto que entró en ella se dirigió a la estatua de su querida y tentándola le pareció  que estaba caliente; que el marfil se ablandaba, y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, a la manera que la cera del monte Himeto (3) se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, se pasma Pigmalión; se llena de un gran gozo, mezclado con temor, creyendo que se engañaba. Volvió segunda vez a tocar la estatua, y se cercioró que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos. Entonces Pigmalión pronunció las palabras más enérgicas y acomodadas para dar gracias a Venus; estrechó su rostro con el verdadero de su querida, y sintiéndolo ésta se llenó de rubor, y alzando su tímida vista vio a un mismo tiempo al cielo y a su amante. La diosa Venus felicitó con su asistencia el casamiento que ella misma había proporcionado, y al cabo de nueve meses la que antes había sido estatua dio a luz a Epafo, del cual la isla tomó el nombre. También nació de ella y fue fruto de este enlace Ciniras, el cual hubiera podido contarse entre los hombres felices si no hubiera tenido sucesión (4).

Me veo en la ocasión de contar cosas obscenas y horrendas. Retírense de aquí las doncellas y sus madres, pues no es razón las oigan, y si el suceso que van a referir mis versos os agradare y entretuviere, tenedlo por una novela y no lo creáis, y si lo creyereis, creed también la pena con que fue castigado. Si es posible y parece creíble que se haya cometido una maldad que aborrece la misma naturaleza, doy el parabién a la nación traciana, a nuestro reino y a nuestras tierras por hallarse tan distantes de aquellas regiones en que sucedió la horrible maldad que voy a referir. Enhorabuena que la Araba sea abundante en amomo, en cinamomo, en costo, en incienso y en otras flores y perfumes, con tal que sea ella sola donde se críe la mirra, árbol nuevo que se produjo a costa de tal maldad.»

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Notas:

1.     Fueron unas doncellas de Chipre que, por haber sido las primeras que se prostituyeron, según se cuenta en la fábula siguiente, dieron ocasión a la de que Venus las convirtió en peñascos.

2.     Como cada deidad tenía su influencia y domino en su diverso territorio, pues Juno dominaba en Samos, Apolo en Delfos, Diana en Efeso y así las demás, Venus era diosa de Chiprsey así la llama Horacio en aquella oda que empieza: Sic te Diva potens Cypri.

3.     Hace mención de la cera de este monte porque era la más exquisita y sus abejas y colmenas las más afamadas, como puede verse en el libro quinto de las Geórgicas, de Virgilio.

4.     Los hijos viciosos son la afrenta de los padres y es desgracia el tenerlos, así como los virtuosos y bien criados son el honor y la felicidad de ellos.

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Traducción de: FRANCISCO CRIVELL.

Poetas latinos. Virgilio, Horacio y Ovidio. Madrid. E.D.A.F. 1962. Págs. 1325-1328.

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PROSAS

Por: Paul Celan (1920-1970)

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Paul Celan

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POR FIN LLEGÓ EL MOMENTO, ante los espejos que cubren las paredes exteriores de la casa, en la que abandonaste para siempre a la amada con el cabello desmelenado, de enarbolar tu negro estandarte en la cresta de la acacia florecida antes de tiempo. Penetrante se oye la fanfarria del regimiento de ciegos, el único que te ha permanecido fiel, tú te atas la máscara, sujetas el encaje negro a las mangas de tu traje de ceniza, subes al árbol, los pliegues del estandarte te abrazan, inicias el vuelo. No, tan bien como tú, nadie supo revolotear alrededor de esta casa. Cae la noche, tú flotas espaldas, los espejos de la casa se inclinan sin cesar para recoger tu sombra, las estrellas caen y te arranca la máscara, tus ojos se escurren hacia tu corazón, donde el sicómoro encendió sus hojas, las estrellas también se escurren hacia alá, todas excepto la última, un pájaro más diminuto, la muerte, que circula a tu alrededor y tu boca soñadora pronuncia tu nombre.

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PARTIDARIO DEL ABSOLUTISMO ERÓTICO, reticente megalómano incluso entre los buzos, mensajero a la vez del halo de Paul Celan, evoco las petrificadas fisonomías del naufragio aéreo sólo a intervalos de un decenio (o aún más) y sólo me dedico al patinaje en una hora muy tardía, sobre un lago vigilado por el enorme bosque de los descerebrados miembros de la Conspiración Poética Universal. Es fácil comprender que por aquí no puedes penetrar con las flechas del fuego visible. Una inmensa cortina de amatista disimula, en los confines del mundo, la existencia de una vegetación antropomorfa, más allá de la que intento bailar una danza selenita, que por fin llegue a deslumbrarme. Hasta ahora no lo he logrado y con los ojos trasladados a las sienes me contemplo de perfil, esperando la primavera.

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HUBO NOCHES en las que me pareció que tus ojos, a los que yo había dibujado grandes ojeras naranjas, encendían de nuevo sus cenizas. En aquellas noches no llovía tanto. Abría las ventanas y me subía desnudo al alféizar para ver el mundo. Los árboles del bosque venían hacia mí, uno tras otro, sometidos, un ejército vencido que llegaba para entregar sus armas. Permanecía inmóvil mientras del cielo descendía el estandarte bajo el que él había enviado a sus ejércitos de combate. Desde una esquina tú también contemplabas la hermosura increíble de mi desnudez ensangrentada: yo era la única constelación que no fue borrada por la lluvia, yo era la Cruz del Sur. Sí, en aquellas noches le era a uno difícil abrirse las venas y mientras las llamas me abrazaban, y la pantera de plata desgarraba el amanecer que me acechaba, la ciudadela de las urnas era mía, la llenaba con mi sangre, tras despedir al ejército enemigo, gratificándole con ciudades y puertos. Yo era Petronio y de nuevo derramaba mi sangre entre rosas. Por cada pétalo manchado tú apagabas una antorcha.

¿Te acuerdas? Yo era Petronio y no te amaba.

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Edición de Barbara Wiedemann.

Traducción de José Luis Reina Palazón, en colaboración con Iona Zlostescu (para los textos rumanos).

Poemas y prosas de juventud. Madrid. Editorial Trotta. 2010. Págs. 191,  196, 197.

Paul Celan - Poemas y prosas de Juventud

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POEMAS DISPERSOS

Por: Jack Kerouac (1922-1969)

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Jack Kerouac

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La nueva poesía norteamericana en tanto que tipificada por el renacimiento de San Francisco (lo que quiere decir Ginsberg, yo, Rexroth, Ferlinghetti, Mc Clure, Corso, Gary Snyder, Phlip Lamantia, Philip Ehalen, supongo) es una especie de nueva-vieja poesía lunática zen, escrita tal y como entra en la cabeza según va viniendo; poesía que regresa a su origen, al niño bardo, auténticamente oral como dijo Ferling, en vez de grises palabrerías académicas. Poesía y prosa hace largo tiempo han caído en las falsas manos de lo falso. Estos nuevos poetas puros se confiesan públicamente por el simple placer de confesarse. Son niños. También son Homeros infantiles de barba gris cantando en la calle. Cantan, vacilan. Eso es diametralmente opuesto al fogonazo de Eliot, el cual notifica tan tristemente sus reglas negativas terribles como el acusativo correlativo, etc. Lo que es precisamente un enorme estreñimiento y en definitiva, castración del puro impulso masculino, a cantar libremente. A pesar de las secas reglas que estableció, su poesía es sublime en sí misma. Podría decir montones de cosas más pero no tengo tiempo ni ganas. Pero la de San Francisco es la poesía de una nueva locura, santa como la de tiempos pasados (Li Po, Han Shan, Tom o Beldam, Kit Smart, Blake) aunque también tenga esa disciplina mental tipificada por el haikú (Basho, Buson), es decir, la disciplina de señalar las cosas directa, pura, concretamente, sin abstracciones ni explicaciones, wham, wham el auténtico canto triste del hombre.

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Versión de Mariano Antolín Rato.

Poemas dispersos. Madrid. Visor. Alberto Corazón Editor. 1980. Pág. 4.

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Por: Aníbal Machado (1884-1964)

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Aníbal Machado

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–   Cada uno de nosotros es afectuosamente desconocido por la mayoría de los amigos y parientes.

–   No me interesan las reglas de este juego; me interesa cambiar de juego.

–   Artista del verso,  muchas veces enemigo inesperado de la poesía.

–   De la misma manera nos lleva al puerto el navío, como el mar.

–   En cuanto la naturaleza disminuye sus catástrofes, el hombre multiplica sus desastres.

–   El crimen más grande no es conservar todavía la condenada Torre de Babel. Es tratar de retórica y embellecerla para la última fiesta.

–   Humor, rebelión tranquila del espíritu contra la miseria avergonzada de la condición humana.

–   El sueño de la razón engendra monstruos; el de la imaginación avergonzada de la condición humana.

–   Retira de tu poema las estridencias del grito, si quieres que este tenga más alcance y resonancia.

–   Los poderosos tienen que sentirse disminuidos, cuando los invade el deseo de dormir –hora del sueño igualitario.

–   Las cosas ardientemente esperadas nos llegan frías.

–   Hasta camino de la horca se debe apreciar el paseo.

–   Todos los navíos en todos los mares difícilmente consiguen sustentar el peso de la noche que cae sobre las aguas.

–   Ríense los viejos de las ilusiones de la juventud. Ríense los jóvenes de la risa de los viejos.

–   Cualquier frase de revuelta en la pared de una cárcel, es un disolvente de sus piedras.

–   La borrachera es un estado personal e ineficaz de insurrección.

–   El espíritu solo tiene su edad: o es siempre joven o no es espíritu. Todo lo demás es archivo y reminiscencia.

–   Espantosa es la velocidad con la cual, ante la invasión vencedora de nuevas ilusiones, se disipan  los efectos de la última decepción.

–   El hecho más rutinario de la vida cotidiana –está siempre incompleto para el poeta: solo acaba de ocurrir después que se cristaliza en poesía.

–   La imagen poética, en súbita aparición, ya llega con los ritmos orgánicos que la vinculan con todo el sistema del Universo.

–   Ideas osadas y originales quitan el sueño de los que duermen cerca.

–   Todo finalmente camina hacia el sueño. El sueño es la grande perfección.

–   Quién ya durmió millares de veces, otras tantas puede renacer.

–   Cualquiera sea la arquitectura de un edificio, sus escombros obedecerán al estilo barroco.

–   Algunos pasajeros de avión jamás conseguirán apreciar el panorama de la tierra abajo: la imagen del propio cadáver les intercepta la vista.

–   La velocidad es la hermana más joven del desastre: la más fina también y la más esbelta.

–   Un hangar de aviones tiene mucho más de pabellón de ortopedia que de jaula de pájaros.

–   En estadio de ruina las viejas casonas se convierten en religión.

–   ¡De prisa, poeta! Llegó el momento fonético. Coloca tus circunflejos, porque los gramáticos están delante de la puerta cobrando las señales diacríticos…

–   No quiero que me abras la puerta porque yo soy el harapiento que miras por la ventana. Ábrela, si, porque estoy golpeando con más fuerza.

–   El hombre que ríe se liberta. El que hace reír se oculta.

–   Tu enemigo de cierta manera te pertenece: es uno de tus aspectos.

–   Privilegiada semiente que brillará mañana como fruta en el árbol inmediato.

Selección de Stefan Baciu.

Recherches y études comparatistes Ibero-Francaises de la Sorbonne Nouvelle. París III. 1982. Nro 4.Págs. 85-88.

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Por: André Breton (1888-1978) y Louis Aragón (1897-1982)

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André Breton - Louis Aragón

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Proponemos, pues, en 1928, una nueva definición del histerismo:

El histerismo es un estado mental más o menos irreductible, caracterizado por la subversión de las relaciones que se establecen entre el sujeto y el mundo moral del que aquél cree depender prácticamente, fuera de todo sistema delirante. Este estado mental se funda en la necesidad de una seducción recíproca, que explica los milagros, precipitadamente aceptados, de la sugestión (o la contra-sugestión) médica. El histerismo no es un fenómeno patológico y puede considerarse, desde cualquier punto de vista, como un medio supremo de expresión.

TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL POR: CARLOS GERHARD.  Licenciado en Derecho.

El movimiento surrealista. Franco Fortini.  México.  UTHEA. 1962. Págs. 94-95.

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Por: Emil M. Cioran (1911-1995)

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He vivido estos acontecimientos como algo inaudito, imprevisible. Asistimos a la resurrección trágica de un pueblo, que yo creía desde hace mucho tiempo liquidado, y que va probablemente a recuperar su salud a partir de una catástrofe sangrienta. Debo una confesión: en el momento en que ha comenzado la insurrección, me disponía a escribir un artículo contra los rumanos, que se titularía «La nada valaca» por referencia al principado del Danubio que formó con la Moldavia el antiguo reino de Rumania. Y con referencia, sobre todo, a la historia de una nación desventurada y fallida, de un pueblo suicida. Los acontecimientos me han hecho cambiar de opinión y renuncié a este proyecto. De ello estoy contento.

Ha de ser una extraña paradoja -me dirán- que Rumania, de donde salí hace más de 50 años, venta hoy a enterrar mi filosofía escéptica, la cual es considerada como radical e intolerante. En realidad, mi escepticismo jamás ha estado ligado a las circunstancias, pero he sufrido mucho, es verdad, por ser rumano. Incluso tenía un profundo desprecio por mis compatriotas. Como casi todos los rumanos, he desarrollado un lastimoso complejo de inferioridad, que tiene sus raíces en la historia profunda, mucho más allá de la dictadura de Ceausescu. En el Imperio Austrohúngaro, nosotros éramos inexistentes; en Transilvania, los rumanos no eran esclavos sino seres primitivos, personas de tercera, después de los húngaros, después de los alemanes.

Uno de los poemas más citados en Rumania dice: «Despierta, rumano, de tu sueño de muerte». No es por azar que la insurrección haya nacido en Timisoara, al oeste del país, donde el 30% de la población es de origen húngaro. Supongo que los rumanos de cepa, en el resto del país, recibieron esta señal como una bofetada. Y los rumanos se despertaron de su sueño de muerte… bueno, no hay que creer que el suicidio es una especialidad rumana. Es más bien una invención húngara, me parece, lo cual, dicho por mí, es un cumplido. Durante mucho tiempo me pregunté: ¿por qué los rumanos no se suicidan en masa? Uno no puede imaginar hasta qué punto han podido sufrir; es impensable visto desde aquí.

¿Cómo puede uno vivir entre el miedo mórbido de los vecinos, de los propios hijos, de la sombra misma?

Con una política hábil y fundada del todo sobre el cálculo (la no ruptura con Israel, la distancia frente a Moscú, etc.) Ceausescu había incluso logrado engañar a los intelectuales.

Siempre recordará un paseo que hice sobre «Le pont-neuf», a las dos de la mañana, en compañía de mi amigo Noicea, probablemente el más grande filósofo rumano. Me decía: «¿Qué tienes contra Ceausescu? No te comprendo…» ¿Lo creerán? ¡Noicea acaba de pasar seis años en las prisiones rumanas!

Un sentimiento de frustración apareció después del juicio a puertas cerradas y la rápida ejecución de Nicolae y Elena Ceausescu: ¿ahorrándose un proceso público, la democracia rumana no se habrá privado de un símbolo, una tribuna, un trampolín? Pienso que el miedo es un sentimiento que no se arranca tan fácilmente del corazón de los hombres. Dejando al tirano con vida, los nuevos responsables habrían tenido la impresión de que le dejaban una oportunidad. Sobre todo, que le daban una esperanza a sus esbirros armados, con los cuales tenía las mismas relaciones histéricas que Hitler con los SS, fenómeno que retrasó la capitulación de Alemania al final de la guerra.

La idea de un proceso es sobre todo occidental. Por el contrario, había un serio riesgo de complicar la situación, en el momento mismo en que los miembros de la Securitate, no lo olvidemos, se abandonaban a su locura criminal. En este contexto, la ejecución de Ceausescu fue también un símbolo: significaba que la página más tenebrosa de la historia rumana había pasado. Hicieran lo que hicieran, los canallas desesperados  estaban perdidos. Por otro lado, tengo confianza en Ion Ilescu, quien preside el Frente de Salvación Nacional. Sabía desde hacía mucho que era la esperanza de Rumania. Ahora, habrá que observar el juego de los soviéticos. Todo está ahí.

En medio siglo, nunca he regresado a Rumania. Hoy, ¿tengo deseos? Sí y no, lo único que me atrae son los paisajes de los Cárpatos, que rodean al pueblo de mi infancia, Rasinari.

Había un jardín y un cementerio. Me gustaban el cementerio, donde un sepulturero, viejo sabio y muy filósofo, me proveía de cráneos. Vivíamos él y yo una especie de idilio fúnebre. Llegué a pensar que me debería quedar en ese pueblo, entre campesinos analfabetas. Deploro la desaparición de los analfabetos, esa imagen de la humanidad primitiva, anterior a la civilización. Desde este punto de vista, la sociedad iletrada con la que soñaba Ceausescu habría colmado mis anhelos. Pero él la deseaba por razones diferentes. Era para tener esclavos.

Cuando un pueblo muere de hambre, sacraliza la cultura, no la posee; el hambre continúa sojuzgándolo por medio de procedimientos ilusorios. Uno está condenado a no comprender nada de la tragedia rumana si no percibe que el problema es de entrada la subalimentación. Esta es responsable de una creciente tasa de impotencia sexual entre los jóvenes. ¿Qué valen los libros junto a esto?

 

Texto en Revista Nueva Sociedad. Nro 108.

Magazín Dominical. El Espectador. Bogotá. 11 de Noviembre de 1990. Nro. 394. Págs. 10-12.

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Por: Johannes Odental

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Por: Robert Mapplethorpe

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En Otelo has elegido un tema literario. ¿Cómo es que te has interesado por un tema del teatro clásico y que se encuentra en una tradición muy distinta a la de tus producciones  de danza ritual?

Haberme decidido por Otelo es algo que tiene, naturalmente, muchas facetas y dimensiones. Puedo decir que es un tema que siempre he soñado en poder realizar. De muchacho, cuando vi las primeras puestas en escena de Otelo en el teatro, en la ópera, me preocupaba sobre todo el hecho de que Otelo siempre era un blanco pintado de negro. Con esto no me refiero tanto al aspecto racista, que también existe, sino a la cuestión de si ese hombre pintado de negro puede expresar auténticamente lo que un negro sentiría en esa situación. Esta era para mí la cuestión principal. Ahora ha llegado el momento favorable para plantearla. Es evidente que existen hoy varias cuestiones más, por ejemplo la del rol de Otelo, el papel del extranjero en la sociedad. Otelo conoce su función y juega con ello. Otro tema es el de Yago cuestionando la moral social, o el del carácter de Desdémona, una mujer que busca la aventura con un extranjero como Otelo, una mujer, que trata de vivir gracias a él aquello que le estaba cerrado, el camino hacia lo desconocido. Intenta usar a Otelo como una puerta por la que salir de su propio mundo. Le dice a Otelo que no ve su color. Es también un amor utópico. Mi planteamiento sobre el escenario es cómo retratar a este Otelo. El se había labrado por sí mismo una buena posición, lo que quiere decir que sabía como sacar ventajas de su extranjería. Y al mismo tiempo, toda la sociedad sabía que dependía de él. Otelo juega este juego mucho tiempo, hasta que saca su última carta. Si le permiten que se case con Desdémona, será el rey. Y se lo permiten. La única reacción honesta es la del padre de Desdémona, que dice que no: ¿Cómo se va a casar mi hija con ese extranjero negro? Pero la sociedad lo reduce al silencio. El amor de Otelo por Desdémona es una ficción. Es una idealización, no es concreto. Me parece que hay un momento a partir del cual todos se aperciben de lo que sucede. Y a partir de un punto determinado Otelo deja que actúen los otros. Tengo que averiguar por qué. Porque Otelo era un hombre sensible, inteligente. ¿Por qué deja que Yago trame sus intrigas? También Desdémona camina hacia la muerte, sin resistencia, a partir de un momento determinado. NO sé si esa profunda necesidad de la tragedia consiste en que aunque sabemos cómo se desarrollan las cosas, sin embargo no las evitamos. Como si hubiese una necesidad interna. Una de las primeras ideas de la nueva producción es que nadie abandonará el escenario. De este modo todos y cada uno serán testigos de su propio destino, nadie escapará a su destino.

 

Tengo la impresión de que así surge una especie de ballet de argumento. ¿Habrá pues personajes en el escenario que serán interpretados por los bailarines?

Sí. Ese es un reto, que cada uno de ellos actuará un personaje específico. También quiero meterme más al fondo en el terreno del teatro, me interesa la fuerza del drama. ¿Cómo podemos revivificar el drama, actualizarlo? ¿Y cómo hacerlo cuerpo? Shakespeare poseía todavía la fuerza de los diálogos. Eso es lo que quiero descubrir con el cuerpo.

 

Ya has mencionado el interés biográfico por Otelo. En los años pasados te has enfrentado con figuras mitológicas de la Antigüedad helénica. ¿Existe para ti algo así como una identidad cultura? ¿O perteneces al número de los emigrantes, de los nómadas dentro de una cultura mundial?

Ya en Brasil me sentía vinculado a un plano simbólico, o mejor dicho, mitológico, de movimiento. Y desde el principio he procurado entender la vida e interpretarla de nuevo en mi danza. Una figura mítica como el ave fénix toca los planos del consumirse por el fuego y del renacer, y en Pegaso es la experiencia del vuelo. Estas figuras fueron muy significativas en relación con mis raíces. De Brasil me fui a Nueva York con Alvin Ailey. Hice que mi cuerpo profundizase en el estudio de la danza moderna. En este sentido no es que me educase en una técnica sino que dejé a mi cuerpo investigar esa técnica. Y ello afecta a mi propia vida en mi cuerpo. Estas experiencias me trajeron a Europa y a la danza expresiva. Descubrí el expresionismo, que me era completamente desconocido hasta entonces. Esto es para mí un continuo diálogo, como el que Franz Fanon ha descrito en su libro Los condenados de la tierra; ese aspecto de que las raíces culturales no son algo fijo. Tenemos que entenderlas como evolución, como desarrollo, y dentro de su conexión universal. En ese libro, Fanon muestra cómo el teatro europeo procede la tragedia griega, y ésta, a su vez, de la cultura egipcia. Para mí es muy importante que si bien debemos poner de relieve las diferencias, debemos sin embargo, y sobre todo, reforzar las vinculaciones. Hans Kresnik y yo mantenemos un diálogo incluso sin palabras. Yo me meto tanto como es posible dentro de sus ideas. Pongo en juego mi propia existencia, yo mismo. Cuando llego al estudio no me acuerdo más para nada de todo lo que he elaborado intelectualmente. Le dejo a los movimientos que vivan su propia vida en mí. NO sé de que pie, de que mano, de dónde viene el movimiento. He puesto mi cuerpo a disposición para que actúe en él las ideas y los movimientos. Ahí vuelvo a estar en mis raíces. Es como en un trance. Le doy a mi cuerpo las ideas y dejo que las ideas trabajen dentro de mí sin tratar de fijar nada de antemano. Todos los días bajas al río, pero el río no es nunca el mismo. Así también tienes tú que traer cada vez de nuevo tu energía vital. Esa es mi relación con Kresnik y con el teatro-danza. Un aspecto del teatro-danza es la reflexión sobre el individuo y la sociedad, y para mí el individuo, el cuerpo mismo, tiene que participar totalmente en el juego. El bailarín tiene que aportar su propia vida.

 

Quisiera insistir en el tema de las diferencias entre las culturas. Tu hablas de un arte universal, ese es un plano antropológico. Pero simultáneamente los transfondos culturales siguen siendo muy distintos. Por ejemplo, la cultura te coloca a ti en Alemania en una determinada posición. Y Otelo es también un juego que tiene que ver con eso.

Yo estoy completamente en desacuerdo con los puristas. Las raíces están ahí. Y podemos aprender de ellas. Pero yo estoy más a favor de la fusión. La danza es la experiencia de la vida en ti, la movilización de dificultades y posibilidades. Eso siempre significa confrontación.

 

¿Tienes un transfondo religioso? ¡Con seguridad que no eres un animista! Pero tienes un mensaje, una fe que conecta con tu danza.

¡Yo no soy expresionista! Estoy muy próximo a mis raíces brasileñas sin que las practique. Lo que me mantiene durante la danza es el problema de la existencia. Ese instante mágico encima del escenario. A veces abandono el escenario con la conciencia de que ha sucedido algo, y no puedo decirte cómo ha surgido esa comunicación entre el público y yo. A veces encuentro eso en la literatura, por ejemplo en García Márquez. En Sudamérica hay una relación mágica con la realidad. Puede ser que esté más desarrollado el sentido de la realidad. Borges preguntaba siempre: ¿Qué es real? Es algo que depende de un punto de vista. Desplázate un poco más a la derecha y quizás lo que veas no sea tan real. Eso es algo que fascina. ¿Por qué bailo? Si no existiese ese momento mágico en el que sientes que has traspasado una cierta frontera, que le dices verdaderamente algo a los demás sin adoctrinarlos, de no existir ese momento, no habría continuidad en la danza.

 

Te autocalificas como existencialista. ¿Qué significa existencia para ti?

La existencia, tal como yo la veo, es ficción. Existencia es utopía. Es una fe en la vida en el sentido del transformar el momento, la relación, y gracias a ello abrir constantemente nuevas posibilidades. En eso creo. Creo en el cuerpo, no sólo en el alma. El es la casa que tengo ahora. Y puedo probar a escudriñarlo y sensibilizarlo una vez y otra vez, siempre. Trato de encontrar una nueva ordenación espacial, una ordenación espacial de cuerpo a cuerpo, de bailarín a público. Me pregunto cómo es que puedo llenar de contenido esa ordenación.

 

Hoy decimos que la cultura y la sociedad son órdenes simbólicos. No podemos escapar a él. Hemos nacido en medio de un contexto especial y observamos a partir de una determinada perspectiva. Y cuando nos trasladamos a otra cultura, entonces podemos desplazar un poco de todo esto. Pero los símbolos, los órdenes continúan, permanecen. Ismael, tu provienes de una cultura distinta a la europea. ¿crees que existe realmente ese nivel común de comunicación?

No cien por ciento. Y sin embargo recuerdo muchos momentos en que sí ha sucedido, en que un ser humano dice: ¡Oh Dios mío, no es él, soy yo, ése soy yo!

 

¿Te pasa también a ti?

Sí, por ejemplo me meto con un tema con el que no estoy familiarizado, como Bacon. Descubrir esa alegría en la destrucción, el placer de dominar, esa crueldad que poseemos todos, pero con la que pocas veces nos relacionamos.

 

Tu presentas tu trabajo dentro del sistema del sistema teatral alemán. ¿Es éste el lugar adecuado?

Naturalmente que este es el sitio para el que trabajo. Siempre me he sentido como alguien que se infiltra, a mí mismo y, como consecuencia de ello, también en mi entorno. Y a través de esa infiltración el resultado no pertenece a mi cultura sino que es la consecuencia de una confrontación. Pero entonces ya no es mío. Es nuestro. Se convierte en una tercera cosa que finalmente nos pertenece a todos.

 

Categorías tales como colonialismo e imperialismo, o la emancipación del “Tercer Mundo”, ya no juegan ningún papel para ti.

No. Estoy muy alejado de todo eso. Creo que tenemos tesoros culturales que son propiedad de todos. Si somos sensatos, estudiémoslos todos y aprenderemos de ellos. Cuando escucho decir “mi cultura”, yo digo “nuestra cultura”. Las diferencias son bienvenidas pero no el sentido de separarnos sino de comunicarnos. Porque sólo así podrás hacer progresos dentro del humanismo. Es un sueño existencial. Viéndolo así, soy un creyente. Porque confío en las posibilidades del ser humano.

 

Esto me parece fundamentalmente importante para una discusión acerca de una sociedad multicultural. El problema es que los organizadores promotores opinan que la cultura extraño sólo puede ser presentada dentro de un contexto europeo. Pero tu hablas de una posibilidad distinta, la del diálogo.

Cuando llevé Delirium of a Chidhood al Brasil, esto es: una producción que tenía que ver con las raíces pero que, como teatro-danza, adoptaba una forma completamente distinta, la reacción del público fue como si se hubiese vuelto a encontrar algo que se hubiera perdido. Alejamiento de las propias raíces no quiere decir que las abandonemos. Para mí era muy importante conducir las ideas intelectuales hasta su fundamento. Y ese era el cuerpo. Recién entonces tienes la posibilidad de transformar.

 

En la Theaterhaus Stuttgart estás ahora organizando tu propia compañía.

Al comenzar el trabajo me he vuelto a meter de lleno en los escritos de Grotowski. El es muy importante para mí en relación con los bailarines. Esto comenzó ya con Bacon. Es verdad que tengo una compañía, pero no hago coreografía en el sentido tradicional. Yo quiero dar directrices que sean muy claras, pero sobre todo quiero abrir, naturalmente, las posibilidades del diálogo con los cuerpos de los bailarines. En mi trabajo parto de un concepto teatral. Necesito de una dramaturgia, busco una dirección. Esa es la condición previa para conseguir un resultado coreográfico que sea auténtico.

 

¿Qué entiendes por autenticidad?

Cuando haces un trabajo en el que no sólo reproduces sino en el que tomas parte con todas tus posibilidades, entonces surge algo así como autenticidad. Entonces no eres ya nada más que un bailarín, sino una persona que hace es de la danza como comunicación. Sólo cuando consigo una estructura de diálogo entre los bailarines sólo entonces puede surgir también para el público. A través de la danza descubro el teatro. Investigo la fuerza de lo dramático porque en ella encuentro preguntas existenciales que apoyan la presencia del bailarín. Este es mi punto de partida. Por eso mismo estoy también fascinado por la mitología, porque confronta de inmediato con una fuerza que sigue siendo efectiva hasta hoy. Como un espejo de nuestra sociedad. Con esta aproximación a un lenguaje teatral no estoy aludiendo a un “Physical Theatre” (naturalmente que mi trabajo puede ser calificado de teatro-danza o de teatro coreográfico), sin que más bien busco muy específicamente la fuerza dramática. En Bacon me entregué más radicalmente que nunca lo había hecho antes. Cuando llegas a ser consciente de tus propias barreras, encuentras una energía que está estrechamente unida a lo creador. Entonces puede comenzar un auténtico diálogo en el que participo directamente. Me cuestiono a mí mismo, no cualquier rol a interpretar. Esta es para mí la fuente del arte. Esta utopía del cuerpo y la comunicación. Eso es también lo que quiero transmitir a mis bailarines como posibilidad. De este modo mi estructura coreográfica está vinculada a Artaud y a Grotowski. Y completamente parecida es la vitalidad con la que Hans Kresnik monta sus puestas en escena. Pertenece al género de directores que tienen la capacidad de sondear fronteras. En ese sentido colaboramos.

 

Un cuerpo negro desnudo tiene un determinado significado en la civilización occidental. Entonces hay ahí un motivo importante del que haces uso cada vez de nuevo en tus representaciones: el desnudarse el cuerpo, o sea, liberarse de la cáscara civilizadora, si así lo quieres. Asocias un lado salvaje, primitivo, del ser humano, una especie de naturaleza.

¿Por qué sigue siendo el cuerpo un tabú? Esta es mi primera pregunta. En mis representaciones trato de romper esa barrera. Especialmente en Bacon he llegado hasta el punto más extremo. Cuando muestro lo que dice Bacon: El cuerpo no es más que huesos y carne. Eso es todo. Eso sacude a las personas. Como en el momento en que estoy cogido en un matadero, o al principio cuando estoy desnudo en el escenario y tengo un ataque de asma. Eso no es nada bello. Es una confrontación con la muerte. Mi idea es la de la apertura y la exposición del cuerpo para confrontarnos con algo que es muy profundo y muy serio, pero también tabuizado, esto es: la muerte. El fundamento de la danza es el camino hacia el cuerpo y no la abstracción de ello. Puedes volar, pero sólo a partir de la materia. Primero tienes que ir a través del material, y después puedes largarte a volar.

 

Humboldt. Berlín. Nro 116. Mayo 1995. Págs. 18-20.

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Por: Georges Rouault (1871-1958)

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Georges Rouault

 

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Los artistas subjetivos son tuertos, pero los objetivos son ciegos. – El intelectualismo del siglo XX es morfinomanía cerebral. – No creo ni en aquello que puedo tocar, ni en aquello que puedo ver. Solamente creo en lo que no puedo ver, pero que siento. – Tengo que trabajar siempre, no para llegar a algo perfecto, que los tontos admiran, sino para ser más verdadero y más sabio, para llegar al límite de lo irrealizable (1). Lo que, para mí, puede conferir al arte un valor tan alto es el hecho de que, en la verdadera obra de arte, exista una ardiente confesión: no digo, enfáticamente, un “reflejo de lo eterno”, pero me gustaría decirlo, para probar el error de aquellos que ven solamente una esfuerzo puramente exterior, un reflejo más o menos correcto de lo que tienen ante los ojos (3).

Las torres de marfil no son nunca tan altas como para que el aire del siglo no penetre en ellas, para reanimar o para envenenar el pensamiento del solitario. Y si dicho aire no es de su agrado, cerrará hasta la mínima abertura, aun en plena mañana, cuando asciende el sol. Entonces le llamarán pintor de las tinieblas (3). ¿Queréis escribir acerca de mí? Mi lenguaje pictórico es indeseable, hecho con los dialectos más miserables, vulgar y muchas veces sutil, así como en el fuego del alfarero suelen mezclarse o separarse los elementos contrarios. – La pintura es para mí un medio de olvidar la vida, un grito en la noche, un sollozo contenido, una sonrisa sofocada. Soy el amigo silencioso de quienes sufren en el campo yermo. Soy la hiedra de la eterna aflicción, que se prende del mundo leproso detrás del cual esconde la humanidad rebelde sus vicios y virtudes. Como cristiano, creo en Jesús crucificado (2).

¡Cómo nos gritaron su arte decorativo hasta ensordecernos! No existe semejante cosa, arte decorativo, sino simplemente arte, íntimo, heroico o épico. Estamos muy lejos de los grandes pintores de frescos del pasado, junto a los que muchas veces parecemos tan pequeños, pero en toda obra bien fundada habrá siempre un arabesco rítmico que no excluye los valores refinados y sutiles de la sustancia del cuadro. – Fue una confusión. Se imaginaron que retornaban a la simplicidad, cuando en realidad cayeron en la pobreza: todo el mundo pintó “decoraciones” (4).

 

  1. Souvenirs intimes, París, 1926. /2. Charensol, Rouault, París, 1926 /3. Respuestas a un cuestionario de los Cahiers d´Art sobre Arte y Pueblo, C. A., 1935 /4. “I am a believer an a conformist”, en Artists on Art, Nueva York, 1945.

 

Traducción de: JOSÉ MARÍA COCO FERRARA y CRISTÓBAL PIECHOCKI

Documentos para la comprensión del arte moderno. Walter Hess. Buenos Aires. Ediciones Nueva Visión. 1994. Págs. 69-70.

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