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Archive for julio 2013

Por: Hilderman Cardona (1976 – )

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Hilderman Cardona. Fotografía: Patricia Cuervo. 2013.

Hilderman Cardona. Fotografía: Patricia Cuervo. 2013.

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Presentación

El libro muestra cómo en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en el campo discursivo de la práctica médica en Colombia, se experimenta una confluencia entre clínica y teratología. Los médicos colombianos al tratar de hacer inteligible el teatro escénico de lo monstruoso recurren al registro de la clínica, ligado a un sensualismo médio, que proyecta una distinción constituyente entre normal y patológico. Así, será desde la clínica como los médicos en Colombia comprendan y le den estatuto médico a sus apreciaciones de lo monstruoso y lo deforme. Por ello, el libro está organizado en dos bloques expositivo-argumentativos, uno dedicado a lo monstruoso y otro sobre lo deforme, partiendo ambos del sensualismo clínico como rejilla de comprensión médica de lo que es visto en tanto anormal o que transgrede una armonía de las partes en un cuerpo organizado. Cuando los médicos describen y analizan casos de enfermedades que comportan transformaciones irregulares del cuerpo y registran acontecimientos teratológicos lo hacen a partir de la clínica, que los sitúa en una experiencia directa con aquello que inquieta por ser otras posibilidades del orden viviente.

El texto presenta, entonces, una reflexión sobre la dimensión social del cuerpo teniendo en cuenta la relación problemática entre lenguaje y enfermedad que se configura en la clínica en Colombia. Cuerpo sano-cuerpo enfermo pone de manifiesto una dicotomía inscrita en la sociedad industrial, la cual instituye una concepción del cuerpo en función del la producción y del consumo. En este registro, se intenta mostrar cómo en el pensamiento médico se hace visible un privilegio del grafismo en el que una escritura y una iconografía le dan validez a un sistema de figuración ideográfica. Re-presentar narrativa e iconológicamente enfermedades deformantes y monstruosidades constituye un instrumento de conocimiento médico en un puro grafismo de lo patológico que le da eficacia teórica al ejercicio de la mirada clínica. El ojo capta una equivalencia entre la voz de la enfermedad –que perturba al cuestionar una estructura morfológica normal- y la mano que graba una escritura de la enfermedad, en la que las manifestaciones patológicas inscritas en el cuerpo son consideradas como desviaciones o desproporciones en tanto deformidad, anormalidad o monstruosidad.

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Experiencias Desnudas del Orden. Cuerpos deformes y monstruos. Medellín. Sello Editorial Universidad de Medellín. 2012.

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Por: Ernesto Cardenal (1925-)

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Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal

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Managua 6:30 pm

En la tarde son dulces los neones

y las luces de mercurio, pálidas y bellas..

Y la estrella roja de una torre de radio

en el cielo crepuscular de Managua

es tan bonita como Venus

y un anuncio ESSSO es como la luna

.

las lucecitas rojas de los automóviles son místicas

.

(El alma es como una muchacha besuqueada detrás de un auto)

TACA  BUNGE  KLM  SINGER

MENNEN  HTM  GÓMEZ  NORGE

RPM  SAF  ÓPTICA  SELECTA

Proclaman la gloria de Dios!

(Bésame bajo los anuncios luminosos oh Dios)

Kodac TROPICAL RADIO F & C REYES

en muchos colores

deletrean tu Nombre.

“Transmiten

la noticia…”

otro significado

no lo conozco

Las crueldades de esas luces no las defiendo

Y si he de dar un testimonio sobre mi época

es éste: Fue bárbara y primitiva

pero poética.

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Salmo 5

Escucha mis palabras oh Señor

Oye mis gemidos

Escucha mi protesta

Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores

ni partidario de su política

ni te influencia la propaganda

ni estás en sociedad con los gángsters

.

No existe sinceridad en sus discursos

ni en sus declaraciones de prensa

.

Hablan de paz en sus discursos

mientras aumentan su producción de guerra

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Hablan de paz en las Conferencias de Paz

y en secreto se preparan para la guerra }

Sus radios mentirosos rugen toda la noche

.

Sus escritorios están llenos de planes criminales

y expedientes siniestros

Pero tú me salvarás de sus planes

.

Hablan con la boca de las ametralladoras

Sus lenguas relucientes

son las bayonetas…

.

Castígalos oh Dios

malogra su política

confunde sus memorándums

impide sus programas

.

A la hora de la Sirena de Alarma

tú estarás conmigo

tú serás mi refugio de la Bomba

.

Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales

ni en sus campañas publicitarias ni en sus campañas políticas

tú lo bendices

Lo rodeas con tu amor

como con tanques blindados

.

Salmo 21

Dios mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Soy una caricatura de hombre

el desprecio del pueblo

Se burlan de mí en todos los periódicos

.

Me rodean los tanques blindados

estoy apuntado por las ametralladoras

y cercado de alambradas

las alambradas electrizadas

Todo el día me pasan lista

Me tatuaron un número

Me han fotografiado entre las alambradas

y se pueden contar como en una radiografía todos mis

huesos

Me han quitado toda identificación

Me han llevado desnudo a la cámara de gas

y se repartieron mis ropas y mis zapatos

Grito pidiendo morfina y nadie me oye

grito con la camisa de fuerza

grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales

en la sala de enfermos incurables

en el ala de enfermos contagiosos

en el asilo de ancianos

agonizo bañado de sudor en la clínica del psiquiatra

me ahogo en la cámara de oxígeno

lloro en la estación de policía

en el patio del presidio

en la cámara de torturas

en el orfelinato

estoy contaminado de radioactividad

y nadie se me acerca para no contagiarse

.

Pero yo podré hablar a ti a mis hermanos

Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo

Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo

Los pobres tendrán un banquete

Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta

El pueblo nuevo que va a nacer.

.

Salmo 43

Con nuestros oídos lo oímos

nuestros padres nos contaron la historia

lo que tú hiciste con ellos

en los tiempos antiguos

Tú diste victorias a Israel

Porque no confiamos en nuestros armamentos

y los tanques no nos dieron la victoria

.

Pero ahora nos has abandonado

Has fortalecido sus sistemas de gobierno

has apoyado su régimen de gobierno

has apoyado su régimen y su Partido

Somos los desplazados

somos los refugiados que no tienen papeles

los confinados en los campos de concentración

condenados a trabajos forzados

condenados a las cámaras de gas

quemados en los crematorios

y sus cenizas dispersadas

Somos tu pueblo de Auschwitz

de Buchenwald

de Belsen

de Dachau

Con nuestra piel hicieron pantallas de lámpara

y con nuestra grasa han hecho jabón

Como ovejas al matadero

hiciste que nos llevaran a la cámara de gas

Nos hiciste deportar

Pusiste en baratillo a tu pueblo

y no había comprador

Íbamos como ganado

hacinados en los vagones

a los campos alumbrados con reflectores y rodeados de alambradas

hacinados en los camiones a las cámaras de gas

donde entrábamos desnudos

y allí cerraban las puertas y apagaban las luces

Y NOS CUBRISTES DE SOMBRAS DE MUERTE

No quedaron de nosotros sino montones de vestidos

montones de juguetes

y montones de zapatos

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios

y lo hubiéramos cambiado por otros Líderes

¿tú no lo sabrías?

¿Tú que no necesitas Servicio Secreto

porque conoces los secretos del corazón?

Todos los días nos pasaban lista

para oír los nombres de los que llevaban a los hornos

Nos entregaban a la muerte todo el día

como ovejas destinadas al matadero

Nos pusiste desnudos delante de los lanzallamas

A tu pueblo lo han borrado del mapa

y ya no está en la Geografía

Andamos sin pasaporte de país en país

sin papeles de identificación

.

Y tú eres ahora un Dios clandestino

¿por qué escondes tu rostro

olvidado de nuestra persecución y de nuestra opresión?

Despierta

.

y ayúdanos!

Por tu propio prestigio!

.

Salmo 57

Señores defensores de Ley y Orden:

¿Acaso el derecho de ustedes no es clasista?

el Civil para proteger la /propiedad privada

el Penal para aplicarlo a las /clases dominadas

La libertad de que hablan es la libertad del capital

su “mundo libre” es la libre explotación

Su ley es de fusiles y su orden el de los gorilas

de ustedes es la policía

de ustedes son los jueces

No hay latifundistas ni banqueros en la cárcel

.

Se extravían los burgueses desde el seno materno

tienen prejuicios de clase desde que nacen

como la cascabel nace con sus glándulas venenosas

como el tiburón-tigre nace comedor de gente

.

Oh Dios acaba con el statu quo

Arranca los colmillos a los oligarcas

Que se escurran como el agua de los inodoros

se marchiten como la hierba bajo el hierbicida

.

Ellos son los “gusanos” cuando llega la Revolución

No son células del cuerpo sino que son microbios

Abortos del hombre nuevo que ha que botar

Antes de que echen espinas que los arranque el tractor

El pueblo se divertirá en los clubs exclusivos

tomará posesión de las empresas privadas

el justo se alegrará con los Tribunales Populares

Celebraremos en grandes plazas el aniversario de la Revolución

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El Dios que existe es el de los proletarios

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Nueva antología poética. México. editorial siglo veintiuno. 1983. Págs. 68-69, 91-92, 93-94, 95-97,  98-99.

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Epifanio Mejía

Epifanio Mejía

 

¡Una mujer…! La estrella de los cielos;

la virgen que embalsama los pesares,

la perla más hermosa de los mares,

la azucena más bella del vergel:

la esperanza –la gloria –la grandeza –

el porvenir –el todo –la fortuna…

¡Una mujer…! la refulgente luna

que alumbra de la noche la vejez!

.

A veces es la tigre que rugiendo

muerde feroz el pecho de su amante…

Le arranca el corazón y delirante

le lame divirtiéndose con él…

La sierpe que le envuelve en sus anillos

Haciéndole penar… La fiera leona

Que el hogar de sus hijos abandona

para seguir el rumbo del placer.

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Mas una virgen candorosa y bella,

un ángel lleno de inmortal pureza,

es para el hombre su única grandeza,

su fortuna mayor, su mayor bien.

Yo adoro a la mujer por sus virtudes;

yo adoro a la mujer por su inocencia.

La altivez –el orgullo –la opulencia

yo no busco jamás en la mujer.

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1863.

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LA AURORA DE MI AMOR

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El:

Amémonos los dos, amiga mía,

unamos mi tristeza a tu alegría,

juntemos tu placer con mi dolor.

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Ella:

Amémonos los dos, soñado mío,

como se aman las flores y el rocío,

como se aman los ángeles de Dios.

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El:

Dame, pues, una prueba de ternura,

un algo parecido a la ventura,

un algo que me llene el corazón.

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Ella:

Daré para tu frente de poeta

mil coronas de mirto y de violeta,

y encerraré un suspiro en cada flor.

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El:

Es que toda corona tiene espinas,

y en las flores más frescas y divinas

algún insecto el céfiro guardó.

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Ella:

Te daré una sonrisa apasionada,

te daré una dulcísima mirada

donde brille el incendio de mi amor.

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El:

Hay sonrisas que encierran la falsía;

hay miradas, también, amada mía,

que guardan un abismo de dolor.

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Ella:

-¿Qué quieres, pues, para quedar saciado?

Yo tengo aquí mi corazón guardado;

¿quieres darle tu pecho por prisión?

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El:

-Quiero algo más que el corazón, señora:

quiero ver en tus ojos una aurora

que brille con eterno resplandor;

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quiero de tu alma virginal rocío.

-¿Una lágrima quieres? –Sí, bien mío,

esa es la aurora que apetezco yo.

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1864.

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YO NO PUEDO CANTAR

A Gregorio

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El solitario ciervo de los montes

no puede como el águila volar;

ni se eleva tampoco como el roble

el triste arbusto que a su sombra está.

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Riega sus rayos alumbrando el orbe

el Sol, topacio del abierto azul;

yo, cocuyo perdido entre la noche,

doy a las selvas mi viajera luz.

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Decid, Colombia, a la española lengua

que ya el Aures no tiene trovador;

que en sus sombrías, solitarias selvas

la lira de Gregorio se perdió.

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Olorosas montañas antioqueñas,

guardad la lira del feliz cantor.

¡Muda quedó la palpitante cuerda

donde la nota del maíz sonó!

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Caunce, agosto 12 de 1872.

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NO LEJOS DE LA TUMBA DE PEDRO JUSTO BERRÍO

Para cantar la tumba del verdadero amigo

no tiene notas tristes mi pálido laúd,

no tiene flores bellas el áspero camino,

ni arrullos el torrente, ni sombras el destino,

ni pálidas auroras el bello cielo azul.

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Murió como las aves, pasó como las sombras,

se desplegó a lo lejos la noche del dolor;

pasó como la nave que se perdió en las olas;

y en los abismos tétricos de las eternas ondas

grabó su nombre eterno, murió como el alción.

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MEDELLÍN VISTO DESDE EL PAN DE AZÚCAR

Dedicados a mi amigo J. M. Rodríguez

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Es una tarde apacible,

Tan fresca, limpia y serena

Cual la primera azucena

Que brotó en el bello Edén.

El sol siguiendo su curso

Muestra sus rayos brillantes

Y en su centro de diamantes

Gotas de sangre se ven.

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Por los anchurosos cielos,

Vagan las celestes nubes,

Como alas de querubes

Dispersas sobre la mar,

La brisa en sus blancas alas

Va conduciendo el aroma

Que de la flor de la loma

Tomó festiva al pasar.

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Mil ojos llenos de gozo

Miran un valle florido,

Por los placeres mecido,

Mecido por el amor.

Un Edén, un Paraíso,

Hermoso jirón del cielo

Que Dios arrojó a este suelo

Para alivio del dolor.

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Eso eres tú, rica tierra

De Colón, flor deliciosa,

Los perfumes de esa rosa

Eso eres tú, Medellín.

Por ti entonaré mi canto;

Por ti pulsaré mi lira,

Porque mi alma no suspira

Mecida allá en tu jardín.

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Por ti que guardas los goces

Más puros y verdaderos;

Por ti que arrullas luceros

Bajo el ala del placer.

Son tus hermosas mujeres

De América las estrellas;

Vírgenes, puras y bellas

Como la primer mujer.

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Sus labios son las corolas

De las más fragantes rosa

Y en sus mejillas hermosas

Sólo hay tintes de pudor.

Cada cual lleva en su pecho

De caridad la azucena;

Cada cual vive serena

Bajo el árbol del honor…

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De aquí de este inmenso cerro

Yo contemplo tus llanuras:

Miro tus frescas verduras

Como esmeraldas lucia.

Y en cada flor que la tierra

Brota para darte grano

Mis ojos ven un arcano,

¿Sabes cuál? –Tu porvenir-.

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De aquí miro tus arroyos

Como lucientes diamantes,

Como las aguas brillantes

Que Dios le mandó al Jordán

Y ese río silencioso

Que sin detenerse rueda,

Cual blanco fajón de seda

Tendido en la inmensidad.

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Me arrepiento, me arrepiento

De haber osado cantarte,

De haber querido pintarte

Sin colores ni pincel.

Bardos tienes que inspirados

Te regalarán cantares,

Te regarán de azahares

Tus campos, limpio vergel.

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1857.

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AL TIEMPO

Veloz, veloz, cual ráfagas de nubes

Cruzas ¡oh Tiempo! ¡de mi patria el cielo!

Siempre llevando en nacarado velo

¡Del Dios la cifra que tu ser formó!

Te he visto a veces silencioso, humilde,

Rodar envuelto en diamantina alfombra;

Otras cubierto con la negra sombra

Que algún fantasma sobre ti arrojó.

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Incomprensible, ¡incomprensible Tiempo!

¿Por qué te vistes con lunetas de oro,

Y luego arrojas tempestuoso lloro

Sobre los seres que te ven cruzar?

¿Por qué me traes tenebrosas noches,

Llenas de luto, de terror y espanto?

Noches que arrancan a mis ojos llanto,

¡Llanto que rueda en abundante mar!

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Cuando los rayos por el éter cruzan

Rasgando el seno de la nube undosa,

Y que a torrentes el granizo empoza

La tierra donde viene a descansar;

Cuando cruzas en carro de tinieblas

Rugiendo por los ámbitos del mundo,

Entonces ¡oh Tiempo! mi dolor profundo

Contigo mismo me hace delirar.

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Pienso que tú revuelves en los aires

Monstruos cargados de hórridas cadenas;

Y que las densas nubes son sus venas

De donde brota lluvia y tempestad

Y que ese mar que cubre medio mundo

Fue de tu cuerpo el primitivo lecho,

Donde un gigante te rasgara el pecho

Para nacer de allí la inmensidad.

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Mas cuando cruzas por mi patria amada

Con brillantes faroles encendidos,

Pensamientos de gloria revestidos

¡En mi mente se vuelven a posar!

Yo miro entonces al nacer el alba

Jaspeadas nubes de color rosado;

Y luego al sol que rompe el enrejado

De árboles mil por do se ve asomar.

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Después le miro que con raudo paso

Corta veloz la bóveda azulada;

Más tarde, al fin, al fin de su jornada

Mis ojos ven su frente sepultar;

Y aparecer cual óvalo de oro

La refulgente y solitaria luna;

Como aparece un lampo de fortuna

Por momentos no más en nuestro hogar.

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Yo pienso entonces… sí, mis pensamientos

¡Son manantiales de esperanza y gloria!

¡Ráfagas ay! que alientan mi memoria

Con la ilusión de un bello porvenir…

¡Extraña condición! ¿Por qué yo quiero

Que pase el tiempo en carro de diamantes,

Y que jamás las nubes ondulantes

Apaguen su zafíreo relucir?

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¡Cuando la mano que formó los mundos

Es la que rige su sonante rueda!

Cuando ella misma en átomos de seda

¡Universos pudiera transformar!

Sigue tu marcha, ¡oh Tiempo! aunque tus nubes

¡Broten volcanes de quemante fuego!

Que yo tan sólo el suplicante ruego

¡Al Dios que me formó, sabré elevar!

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1858

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LA CEIBA DE JUNÍN

Cerca de un puente y a orillas

de cristalina quebrada,

abriendo al viento los brazos

su airosa copa levanta.

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La luna que en “Pandeazúcar”

asoma redonda y clara,

llena su verde ramaje

de resplandores de plata.

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Los vientos de linda noche

sollozan entre sus ramas

como los niños mimados

que entran gimiendo a sus casas.

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Suelta la noche en sus hojas

su llanto de gotas blancas…

Que la noche también llora

en este valle de lágrimas.

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¡Oh Ceiba! yo sé la historia

de tu existencia temprana;

yo vi cuando te trajeron

de los playones del Cauca;

te conocí cuando niña,

creciendo a orillas del agua.

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No es esta la misma noche

que daba sombra a tu infancia;

ni estos los vientos alegres

de tus alegres montañas;

ni aquella luna que alumbra

es ¡ay! tu luna caucana.

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Tal vez tú, como el proscrito

que gime en tierras extrañas,

recuerdas las dulces brisas

de tus colinas lejanas;

por eso a veces sin jugo

se van dorando tus ramas

y amarillas van cayendo

tus hojas sobre la playa…

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Así los tristes ojos

del proscrito se derraman

gotas de llanto que caen

en clima extraño regadas.

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Bien haces en despojarte

de tus adornadas y galas,

si como el pobre proscrito

te acuerdas ¡ay! de la patria.

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Pero no, Ceiba: prosigue

tu copa abriendo galana

y desplegando en el aire

tus banderas de esmeralda.

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Es cierto que te arrancaron

de las riberas del Cauca;

pero del Cauca que riega

las antioqueñas sabanas;

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es cierto que allá dejaste

cielo, vegas, aves, auras;

pero aquí todo lo tienes…

A Medellín ¿qué le falta?

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Aquí hay céfiros que arrullan,

aquí hay turpiales que cantan,

cielo azul, y vegas verdes

entapizadas d grama;

y aquella tierra y la tierra

en que hoy airosa levantas,

es toda tierra de Antioquia

y Antioquia toda es tu patria.

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Por eso, Ceiba, prosigue

tu copa abriendo galana

y desplegando en el aire

tus banderas de esmeralda.

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Por la venas de tu tronco

discurra constante savia

que brote en rubios renuevos

al desvestirse tus ramas.

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A todo el que pase andando

sobre la arena tostada,

tu manto de estrellas verdes

le dé abrigo y sombra grata.

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La aurora a ti sus sonrisas,

el sol sus rubias miradas

y el arrebol de la tarde

su lampo de oro y de grana.

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Pero, Ceiba… ¡no te engrías!

que el Tiempo que te levanta,

de verte tan orgullosa

se puede cansar mañana.

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Y ¡ay! de tu tronco redondo,

y ¡ay! de tu copa elevada

si el Tiempo llega a enojarse

y de elevarte se cansa.

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Se irán secando tus hojas

y cayendo desgajadas

como en el pecho del hombre

las últimas esperanzas

.

Como doblega la muerte

los brazos de enferma anciana,

así la mano del Tiempo

irá encorvando tus ramas.

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A tierra vendrá tu tronco

falto de apoyo y de savia,

como el exánime cuerpo

que cae al faltarle el alma.

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Entonces los raudos vientos

que de “Santa Helena” bajan

barrerán el leve polvo

de tu existencia acabada.

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Tu ataúd será el vacío.

La luz, tu blanca mortaja.

Y el campo de tu sepulcro

las antioqueñas montañas.

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LA MUERTE DEL NOVILLO

Ya prisionero y maniatado y triste

sobre la tierra quejumbroso brama

el más hermoso de la fértil vega

blanco novillo de tendidas astas.

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Llega el verdugo de cuchillo armado;

el bruto ve con timidez el arma;

rompe el acero palpitantes nervios;

chorros de sangre la maleza esmaltan.

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Retira el hombre el musculoso brazo;

el arma brilla purpurina y blanca;

se queja el bruto y forcejeando tiembla,

el ojo enturbia… y la existencia exhala.

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Remolineando por el aire, vuelan

los negros guales de cabeza calva;

fijan el ojo en el extenso llano

y al matadero, desbandados, bajan.

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Brama escarbando el arrogante toro

que oye la queja en la vecina pampa,

y densas nubes de revuelto polvo

tira en la piel de sus lustrosas ancas.

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Poblando el valle de bramidos tristes

corre el ganado por las verdes faldas,

huele la sangre… y el olor a muerte

quejas y gritos de dolor arranca.

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Los brutos tienen corazón sensible,

por eso lloran la común desgracia

en ese clamoroso de profundis

que todos ellos a los vientos lanzan.

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1868.

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Obras completas. Primera parte. Caldas. Corporación Universitaria Lasallista. 2009. Págs. 138, 139-140, 169-171. 162-163, 163, 181-182, 219-223, 224.

Sin título

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Por: Ghérasim Luca (1913-1994)

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Ghérasim Luca en el Taller de Víctor Brauner. Por Víctor Brauner  (1938)

Ghérasim Luca en el Taller de Víctor Brauner. Por Víctor Brauner (1938)

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El amor el torrente el vacío la silla

la silla vacía

la silla torrencial y vacía suspendida en el metavacío

la metasilla está suspendida de la cuerda torrencial del metavacío

la metacuerda aprieta y absorbe el metacuello torrencial

de aquel que está suspendido por la cuerda

del cuello de la mujer

del cuello tenue y flotante de su metamujer

vacía torrencial y sentada

la metamujer torrencial está sentada en la silla

sentada en el vacío de su silla

ella metaflota perpetuamente en el metavacío absoluto

de mis deseos absolutamente torrenciales

absolutamente meteórica y sustancial

la metacabeza de la metamujer sustancial y meteórica

surge como una flecha

entre el metamuslo de mis sueños y el metadiente de mis deseos

flecha mordedora y rápida

que se apoya ligeramente inclinada

en el respaldo de la metasilla de mis sueños y deseos

siempre sentada siempre imprevisible y absolutamente fulgurante

la metamujer flota y metaflota siempre en el vacío

con su pequeña metallama visible por transparencia

que arde en el interior torrencial de su cabeza

mientras muy cerca de la incandescencia de su cabeza

un poco por encima de su gran cabellera meteórica

pasa como una nube

nube proveniente de la evaporación instantánea

de sus vastos torrentes mentales

la gran tortuga metafísica

la famosa tortuga de la metatortura eterna

que amenaza con su pesadez gris torturadora y metametafísica

el hermoso físico carnal de la metamujer

concretamente sentada sobre su metasilla volante

volante flotante y sentada a su vez

sobre la silla sostenida voluptuosamente por los pies de mis sentidos

por mis cinco sentidos por las mil garras

y por las mil patas de la metasensualidad apasionada

tumultuosamente surgida en el metasudor

en la metasustancia infinita de mis sentidos

absolutamente sustanciales

los bellos ojos senos las bellas nalgas metafísicas

de la metamujer absolutamente sustancial

sustancial torrencial y meteórica

infringen el más allá torturador

de la metafísica sin física

infringen y anulan la gran metafísica

pues siempre sentada en la mesilla meteórica

de mis deseos meteóricos infinitos y torrenciales

la metamujer abre a la mujer

ella abre y descubre su carne translúcida

sus entrañas trascendentes su cabellera transmisible

eruptiva devoradora y durmiente

su corazón traspasado por las balas transparentes

de mis caricias angustiadas

su suave metavulva

su negra metaboca

el transplante inocente de la flor de su boca

en las tierras aéreas de mis muslos

la transmigración de la boca de su alma

hacia los muslos de mi aliento

los traslados insólitos

las transfusiones insondables

la transmutación gigantesca de todos los metametales amantes

meteóricos torrenciales metameteóricos y sustanciales

la transmutación gigantesca perpetua y triunfante

de la leche materna

en lava meteórica en metavacío sustancial

en esperma en esperma y en metaesperma universal

en esperma del diamante

en esperma de tu corazón

en esperma negro de la metalujuria absoluta

absolutamente lujuriosa y absolutamente absoluta

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Héros-límite

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SUSPIRO-TRAMPA

la mano invisible reposa sobre un león invisible

el león flota en un aposento invisible

perfectamente súbitamente invisible

el aire de ese aposento es un cuchillo invisible

que el león esencialmente invisible respira sin advertirlo

para el cuchillo invisible

la mano es sólo un anteojo de mano apenas visible

pero es el cuchillo el ingenuamente

suavemente netamente invisible

pues el anteojo de mano es sólo la superficie de la mano

la superficie espejeante y sensible

del agua de un lago

del más allá de mi lago soñoliento

y ausente y fácil y pasivamente invisible

pasivamente invisible la mano invisible

toma el cuchillo pasivamente material

y lo hunde lo hunde lo hunde

profundamente

en el agua locamente invisible

especialmente invisible silenciosamente invisible

de tu piel simultáneamente nube

nube arena

visible irreconocible indivisible

invisible arena nube arena arena irreconciliable.

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Héros-límite

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Estudio preliminar, selección, notas y traducciones de ALDO PELLEGRINI

Antología de la poesía surrealista. Buenos Aires. Editorial Argonauta. 1981. Págs. 181-184.

Sin título

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Por: Eugenio Montale (1896-1981)

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Eugenio Montale

Eugenio Montale

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Ante la poesía moderna, tan abundante y rara, el crítico no puede sino enmudecer. Ya no se halla en la situación del juez ajeno a la materia, sino en la del cómplice –y alguien ha dicho que en la del “usurario”. Pero hay algo peor: se ha llegado a suponer que el verdadero autor de la obra examinada, el que le atribuye un significado y establece cuáles “su lugar en el mundo”, en el hipotético mundo de la poesía, es, ni más ni menos, el crítico. En tal situación, el lector de poesía que se sienta incapaz de desdoblarse y, sin embargo, quiera dar un testimonio que sea algo mejor del acostumbrado fin de no recevoir, sólo tiene que recurrir a la metáfora. Cuando me doy cuenta –gracias a Osip Mandelstam- de que el poeta Chlenikov “escarba en el lenguaje como un topo”, lamento no saber ruso pero le concedo al intérprete un crédito ilimitado. Y si se me permite un hecho personal, cuando Mandiargues dijo que en mis versos la imagen era como “el nudo en la madera”, me ayudó a comprenderme más de lo que hubiesen podido ayudarme los críticos más famosos y hasta los más competentes.

Hallar una imagen, sólo una, capaz de definir fulminantemente la poesía de Andrea Zanzotto, sería para mí como sacarme la lotería. Y no porque su libro carezca de las formas adecuadas. Cuando él escribe: “buscar con cuidado el hilo de corte para labrar el diamente”, hallamos un ofrecimiento halagador; pero la materia que labra Zanzotto no es nada dura, por desgracia. Aunque presenta muchas facetas, no es diamantina. Mejor digamos que extiende un ininterrumpido velo de imágenes-símbolo. La dificultad consiste en que no se trata en absoluto de un velo, sino de un fluido, de un agua que brota del fondo de la conciencia y de la naturaleza misma, pero casi nunca –cuando el símbolo es visible- en toma directa. Zanzotto no describe, circunscribe, envuelve, toma y luego deja. No se trata de una búsqueda de sí mismo, ni de un intento de escapar de la realidad: su movilidad es física y metafísica a la vez, y la inserción del poeta en el mundo es muy problemática, ni siquiera deseada. ¿Qué es lo que busca, pues, el neurótico Zanzotto? Lo menos , el pis aller, la expresión; pero no la expresión que fija y congela, sino la elusiva expresión de lo inexpresable.

Tanto desconfía de la palabra, que ésta se resuelve en una feliz conmixtión lexical. A él todo le sirve: las palabras raras, las muy socorridas y las poco usuales; la taracea de citas eruditas y el continuo hervor del caldero de las brujas. Al fondo, también, puede hallarse el hecho cotidiano o la sutil referencia mitológica. Su poesía es muy culta, una verdadera zambullida en esa pre-expresión que antecede a la palabra articulada y que luego se contenta con una sarta de sinónimos, de palabras que se reagrupan únicamente por afinidades fónicas, de balbuceos, de interjecciones y, sobre todo, de repeticiones.

La métrica no le plante mayores problemas, porque no carece de sapiencia a este respecto. Adopta el verso libre pero a veces no desdeña el verso tradicional; acepta incluso la rima –pocas veces la rima rara-, pero prefiere la asonancia, la disonancia, la aliteración. Sus fuentes culturales son quizá innumerables pero bien asimiladas. Su “interrupción” nos hace pensar en Éluard y en alguna deuda con el surrealismo; el dios presente y citado es Hölderlin, no de los largos poemas, sino el de los poemas de la locura, firmado con el nombre de Scadanelli. No obstante, buscar las fuentes de Zanzotto sería como buscar un aguja en el pajar. Su necesidad de “verbalizar la vida” lo constriñe a emplear tanta violencia.

Creo que ahora es necesario iluminar –tal vez oscurecer- al lector con alguna cita; empresa imposible porque su licor -¿o su licuefacción?- rechaza cualquier análisis químico. Hagamos la prueba pero sin garantizar el resultado.

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Mondo, sii, e buono;

Esisti buonamente,

Fa ´che, cerca di, tendí a, dimmi tutto,

Ed ecco che io ribaltavo eludevo

E ogni elusione era fattiva

Non meno che ogni esclusione;

Su bravo, esisti,

Non accartocciarti in te stesso, in me stesso,

Lo pensavo che il mondo cosi concepito

Con questo super-cadere super moriré

Il mondo cosi fatturato

Fosse soltanto un io male sbozzolato

Fossi io indigesto male fantasticante

Male fantansticanto mal pagato

E non tu, bello, no tu “santo” e “santificato”

Un po´piu in la, da lato, da lato.

Fa´di (exde-ob etc.)- sistere

E otre tutte le proposizioni note e ignote,

Abbi qualche chance,

Fa buonamente un po;

Il congegno abbi gioco.

Su, bello, su.

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Su, münchhause (1)

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No sé cómo se las arreglará el linotipista que parea esta tipografía. Se trata de una de esas mercancías que venden empacadas con la inscripción “frágil”. Por lo demás, no debemos excluir que un descuido, una errata o una lectura equivocada puede enriquecer con nuevos significados una poesía inventarial, que sugestiona poderosamente y actúa como una droga en el intelecto del lector.

En Andrea Zanzotto se expresa la disensión trágica entre lo que los cristianos llaman alma y los científicos psique. Es una dimensión que hallamos en todos los poetas desde que la poesía fue entendida como catarsis liberadora y no como “bella” arte; es decir, desde los principios del romanticismo. Pero en él la disensión se nutre de él mismo y no quiere aplacarse con la fórmula “la vida es lo que es y no podemos cambiarla”, según Wittgenstein. Zanzotto vive dolorosamente su anda-todo, su vida-muerte, su ilusión-realidad, su destrucción-resurrección. No es ni siquiera un “hombre en pena”, es un hombre sencillo que sufre con orgullosa humildad. Es muy fácil suponer que se trata de un paciente o expaciente del psicoanálisis. Lo sentimos perfectamente a la page en esta ciencia y en sus más o menos dudosas ramificaciones. Pero lo más interesante en él no es el lado psíquico y biográfico, sino la intensidad de su experiencia vivida.

Andrea Zanzotto ha escrito ya algunos libros. Ocupa un lugar relevante en la generación definida como “intermedia” –de la cual no sé cuándo empezó ni cuándo acabará. En su nuevo libro –o inventario- aparece indudablemente aumentado. Y tendrá muchos imitadores porque parece fácil y “moderno” amontonar palaras, sinsentidos e interjecciones, “el agítese antes de usar”, para luego vaciarlos sobre la hoja. Pero podemos esperar que sigan existiendo críticos y hombres capaces de distinguir las copias de este “original” tan auténtico.

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1. Mundo: sé, y bueno, / existe buenamente, / haz que, procura que, tiende a, dímelo todo; / yo andaba dando tumbos, eludía / y toda inclusión era factiva / no menos que toda exclusión. / ¡Vamos, existe, / no te enrosques en ti mismo, en mí mismo. / Yo pensaba que el mundo así concebido / con este super-caer, super-morir, / el mundo tan adulterado, / sólo fuera un mal propio mal desembojado, / fuera mi yo indigesto, mal fantaseante, / mal fantaseado, mal pagado / y no tú, bello; no tú, “santo” y “santificado” / un poco más allá, de lado, de lado. / Procura (exde-ob etc.)-xistir, / con las preposiciones conocidas y desconocidas, / date un chance, / haz un poco de bien / y que funcione el mecanismo. /Ánimo, guapo, ánimo! / Ánimo, münchhausen!

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Corriere della Sera, 2 de junio de 1969

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Selección, traducción y notas de Guillermo Fernández.

Sobre la poesía. Universidad Nacional Autónoma de México. 2000. Págs. 171-175.

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PETERSBURGO

Por: Andrei Biely (1880-1934)

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Andrei Biely

Andrei Biely

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Prólogo

¡Excelencias, ilustrísimos, notables ciudadanos todos!

¿Qué es nuestro Imperio ruso?

Nuestro Imperio ruso es una mitad geográfica, es decir, una parte del planeta conocido. Y el Imperio ruso comprende: primeramente, la Gran Rusia, la Pequeña, la Blanca y la Roja; en segundo lugar, los reinos de Georgia, Polonia, Kazán y Astraján; en tercer lugar, comprende… Lo de siempre: etcétera, etcétera, etcétera…

Nuestro Imperio ruso cuenta con multitud de ciudades: capitales de Estado, de provincia, de distrito, simples villas…; y, sobre todas ellas, la capital primigenia de la corte y la madre de todas las ciudades rusas.

La capital primigenia de la corte es Moscú; y la madre de todas las ciudades rusas, Kiev.

Petersburgo o San Petersburgo o Píter (para el caso, es igual) son productos del Imperio ruso. En cambio, Zargrado o Konstantinogrado (o Constantinopla, como dicen) derivan de una especie de derecho de herencia. Pero no nos vamos a extender en este punto.

Por el contrario, nos extenderemos más sobre Petersbrugo. Existe un Petersburgo, un San Petersburgo, o un Píter (para el caso es igual). Por el consiguiente, y basándose en estas consideraciones, la avenida Nevski es una avenida petersburguesa.

La avenida Nevski posee una característica sorprendente: la de ser un espacio destinado a la circulación del público. Y como este espacio está delimitado por casas numeradas y la numeración sigue el orden de las casas, la localización de la casa buscada se simplifica notablemente. La avenida Nevski es –como cualquiera otra avenida- una avenida pública; es decir, una avenida para la circulación del público (no del aire,  pongamos por caso); y las casa que la limitan por ambos lados… ¡ejem!…, sí, bueno…, son para el público. Por la noche la avenida Nevski se ilumina con luz eléctrica. Por el día, la avenida Nevski no necesita alumbrado.

La avenida Nevski, como avenida europea que es (dicho sea entre nosotros), es rectilínea, dado que es una avenida europea; y es que una avenida europea no es una avenida cualquiera, sino (como ya he dicho) una avenida europea, porque… precisamente…

Y es por eso mismo por lo que la avenida Nevski es una avenida rectilínea.

La avenida Nevski es una avenida bastante importante para esta ciudad rusa no capitalina. Las demás ciudades rusas no son más que un mero montón de casuchas de madera.

Y Petersburgo se diferencia palmariamente de todas ellas.

Si ustedes son de los que sostienen la absurda leyenda de que la población moscovita asciende a millón y medio, entonces tendremos que reconocer que la capital es Moscú, pues tan sólo las capitales cuentan con millón y medio de habitantes: ninguna ciudad de provincia tiene ni tendrá jamás millón y medio de almas. Así que, si damos pábulo a esa estúpida leyenda, tendremos que convenir que Petersburgo no es la capital.

Y si Petersburgo no es la capital entonces Petersburgo no existe… Parece que existe, pero es mera apariencia.

Sea como fuere, Petersburgo no sólo parece, sino que incluso aparece en los mapas: en forma de dos círculos, uno dentro del otro, con un punto negro en su centro. Y desde ese punto matemático sin dimensión alguna, anuncia energéticamente que existe: y es desde allí, desde ese punto, de dónde se difunde un torrente, una multitud de libros impresos; es de ese punto invisible de donde emergen imperiosas circulares.

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Traducción RAFAEL CAÑETE FUILLERAT.

Petersburgo. Madrid. Ediciones Akal. 2011. Págs. 7-8.

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Por: Diego Alejandro Gómez Gómez

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Diego Gómez. Fotografía: Patricia Cuervo Osorio. 2013.

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“Desgarrar la carne para liberar al ser. Precindir de lo demasiado duro, material… contradicción: cuerpo-espíritu… ¡MENTIRA! ¡FALSEDAD! Dicotomía inventada por el hombre para distraerse mientras pasa la existencia material. No existe contradicción realmente, somos un solo ser que necesita de lo intrascendente y trascendente para trascender en su conjunto ¿hacia dónde? Sólo cunado llegemos allí sabremos el verdadero sentido de nuestra existencia; mientras tanto intercambiemos fluidos, pensamientos, conceptos, dolores, alegrías y todo aquello que sea intercambiable. Simbiosis ontológica, existencial… eso es lo que debemos propiciar.

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“¡Desgarremos nuestras carnes en jirones que expelan mortalidad, en un último intento por descubrir la esencia, el ser…! (…)

Encerramiento egoísta en mí mismo… coraza putrefacta que enarbolo como única manifestación de lo humano… (…) Cansancio luego de la derrota por mí mismo. Batalla diaria que libro contra mí mismo, buscando trascender lo intrascendente.

En otro momento me deleito con mi materialidad: eyaculo, ingiero, digiero, excreto, vomito, vuelvo a ingerir, cago, como mis heces con el afán de devorar la materialidad que me aprisiona… y deleita. Goce ontológico procuro alcanzar con cada uno de mis actos en la cotidianidad.

Y aquí estoy, dispuesto a sumergirme en mi inmundicia, escarbando en la podredumbre de la carne. ¿Por qué estamos aquí si no es para experimentar tdo lo que sea experimentable para el hombre?”

*

“Totalmente postrado ante la nada, expelo finitud, materialidad, en un afán de vaciarme de contenido mortal… cuerpo, órganos, tejidos y fluidos que se amalgaman cohesionados por una fuerza superior al caos primordial.

Espacio-tiempo que condiciona nuestra existencia, delimitada por la nada y el devenir humano.

Introspección permanente para de ella emerger al exterior ¿tal vez purificado?”

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ELEGÍA Nro 7

Por: Oscar González (1957-)

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En la noche
¿De qué noche hablo? ¿Cuál es la noche que me nombra?
No lo sé
Avanzamos entre los bosques de hielo
Llevamos oculto tu nombre entre nosotros
Los que aún vemos que la noche tiene un nombre que no es el nuestro
Palacio de las Verdades que es poseído  por la voz que viene de la Montaña
Palacio y Montaña sin mí
Nuestro acantilado en el que yace el cuerpo desnudo
Mirado por la máscara que libera su incendio
Arrasando entonces con la palabra que te nombraría
Tras quitar el velo viene de nuevo tu rostro hacia mí
El rostro de Isis
Pero ya nada tienes para decirte
Corres hacia el mediodía quebrando las ramas del Árbol del Paraíso que precipitas sobre nosotros para indicarnos con la leve mano de lo invisible que
Nunca volverás a verte ni a verla
Ni sabrás el nombre de la noche

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Revista de poesía Prometeo. Medellín. Nro 93. Noviembre de 2012. Pág. 180.

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Por: Pedro Arturo Estrada Zapata (1956-)

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María Mercedes Carranza

María Mercedes Carranza

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     ”No es nuevo morir, pero vivir tampoco es más nuevo”

                                                                    S. Essenin

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Cuando un poeta entra en la muerte por propia iniciativa, cuando un poeta cierra la puerta de la vida tras de sí para siempre, todos los demás nos sentimos un tanto incómodos, algo desconcertados. Lo primero que se nos ocurre decir, con cierta frivolidad, es: ¿Por qué lo hizo? ¿Para qué? ¿Por qué esa “cobardía”?   Y nos quedamos tan tranquilos. El mundo  sigue. Podemos olvidarlo y continuar  como si nada hubiese pasado. Volvemos a la fiesta dando la espalda al vacío de la ventana por la que alguien acabó de arrojarse.

Pero no. Cuando un poeta – sus razones inmediatas son un pretexto-  elige morir, lo que se pone en cuestión es la totalidad de una concepción de la vida, es decir se rompe con el sistema de convenciones que hasta ese momento han mantenido para él un cierto valor, o le han inspirado por lo menos, respeto como ser humano, como individuo social, parte del engranaje de su tiempo, de su entorno. Porque desde el momento en que el poeta asume en rigor una conciencia crítica de su destino, no puede sino apurar hasta el extremo, el límite, la prueba, la ordalía absoluta que ello implica con su carga de dolor y maravilla, pasión y sabiduría, belleza y horror, magnificencia y desolación. Ningún poeta legítimo puede ser inferior a ello y, así, hemos visto a lo largo del tiempo cómo los más lúcidos entre los lúcidos han optado por abandonar en cualquier momento y antes de la hora prevista la  reunión, incluso quienes derivaron en un suicidio más lento, concertado con el medio y casi normal, o  ¿alguien podría negar que como Nerval, Silva, Essenin, Maiakovski, Tsvietäieva, Trakl, Celan, Plath, Obregón, Mishima, Pizarnik, Gómez Jattin … otros como Kafka, Machado, Artaud, Pessoa, etc, simplemente se dejaron morir porque era al fin lo único que les quedaba por hacer ?

Acaso, como dijeron los periodistas, María Mercedes Carranza murió también de dolor de patria, agobiada por la realidad  de un país en guerra, defraudada por la aparente inutilidad de tanta lucha poética contra la indiferencia, ese marasmo y estupidización generales en el que Colombia ha caído desde hace años; sí, es posible y válido. Pero más allá, el gesto de su muerte voluntaria cumple con una necesidad mayor, la autoinmolación sacrificial por todos, ceremonia sagrada en la que la muerte reafirma en su terrible belleza y en su fuerza, el sentido mismo de la vida que, por ello, es redescubierto en la conciencia colectiva como la luz que de golpe cae sobre todos cuando se derrumba la muralla más alta de la prisión… Es el gesto heroico del poeta que se entrega a la nada para redimir en parte, señalar, subrayar la banalización, la desvalorización misma de la vida en “el tiempo de los asesinos”…

Cuando un poeta se inmola, entonces, los demás quedamos estupefactos, como  sorprendidos en falta ante nuestra propia vida y ante la poesía. Por ello la incomodidad, el reproche que aparece en los labios y sin comprender del todo, para disculpar  la resignación de seguir pactando con la existencia de costumbre, acogemos momentáneamente aliviados el lugar común: hay que aceptar la vida como es.

María Mercedes Carranza renunció en nombre de muchos, tal vez de todos, a ese pacto infame.

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Julio 11 de 2003.

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Yves Bonnefoy

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LA CALLE TRAVESERA

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LA FRUTA

El sol habría sido insoportable, sin duda. Pero su luz quedaba como retenida por una pared, sólo podía adivinar su presencia a través de las ramas que aparecían por encima: inmóviles, y en paz, en la tarde sin orillas.

Y se había producido un silencio muy largo. Después de lo cual apareció en la parte más alta, no sin dificultad –se pudo notar al final, daba la impresión de que ponía los dedos de los pies en agujeros que no lo eran, en protuberancias que se pulverizaban, y a pesar de todo, se reía- y se sentó en el reborde, pasó hacia este lado sin gran elegancia sus piernas delgadas, una especie de chiquilla cuyo rostro, en esa luz de oro, parecía un disco de plata, muy liso incluso, un poco apagado.

Seguía riéndose, tal porque llevaba en la falda doblada a modo de bolsa en sus rodillas mucha fruta de esos árboles cercanos, de la que cogía y comía. Eran cerezas grandes, que apresaban el sol en su borde muy inclinado. Y seguían habiendo muchas y hubo incluso demasiadas, resbalaban por el tejido claro, con algunos de sus movimientos, y caían con un ruido sordo en la hierba del extremo del mundo.

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LOS FUEGOS

La barca se desliza por canales que dan, parece que hasta el infinito, a otros canales, bordeados todos ellos y por todas partes por muros bastante altos, cerca de dos metros de piedras bien ajustadas bajo enramadas que se mueven con una brisa. Ha pasado el día, y las aguas empiezan a reflejar los rayos de un gran sol en su ocaso, oculto a veces aunque todavía no demasiado, por esas paredes a izquierdas o derecha.

El barquero ha encendido un fuego, en la parte delantera.

Y he aquí, al nivel del agua, una puerta que mantiene cerrada una reja en la que unos niños, riéndose, apoyan, desde dentro, la frente oscurecida por unas mechas morenas. Visible entre sus hombros estrechos, escasamente cubiertos con telas pintadas, un amplio jardín en el que arden otros fuegos, de hierbas en este caso, en el que cantan muchos pájaros que en el fragmento de cielo que recorta el umbral pasan como matas de color vivo. Ahora, la barca está encadenada a una escollera. Su fuego impulsa densas en el cielo masas de aire caliente, vibrantes.

Esperamos. Ya nada cambiará, en la claridad inmóvil. Sólo el ruido del agua se interrumpirá y volverá a oírse contra el casco. La risa de los niños, el último color que en algunas partes de nuevo se inflama, en el crepúsculo de las flores, de la fruta, como un reto de tiempo, que se evapora.

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LA ABUBILLA

La noción de un rojo que sería azul, de un exterior que sería un interior, de un todo lo que sería un cuerpo que unas manos, la naturaleza desconocida, clavarían sudando en almohadones de tinieblas, pasó con gracia, abubilla en el aire fresco, y vino a posarse en una piedra.

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LOS DIOSES

Estábamos en la terraza más alta, con los albañiles, al final de una tarde de otoño. Y de repente “eso” subió del barranco y pasó como llamado hacia levante –racimos de alas vibrantes y pasó como llamado hacia levante –racimos de alas vibrantes y de sombras de cuerpos, traslúcidos, que se arremolinaban a millares dentro de otros racimos… ¡Qué silencio hubo hasta que cayó la noche! Los obreros habían interrumpido su trabajo, ya no cantaba ningún pájaro, ni hacía ruido ningún insecto, mirábamos cómo se hinchaban esos grandes remolinos, algunos de los cuales eran tan tupidos que oscurecían el sol.

Y a veces alguno de esos viajeros se abatía en el parapeto o en nuestras mangas todavía claras: y no decíamos que su corazón latía, nos gustaba que su viejo rostro labrado resplandeciera en lo ínfimo, bajo una tiara.

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VOLVER A CASA, AL ATARDECER

Un camino de jardín botánico, con mucho cielo rojo por encima de los árboles húmedos. Y un padre, una madre de las acerías que han llevado allí a su hijo pequeño.

Luego, hacia el atardecer, los tejados son una mano que tiende a otra mano una piedra.

Y de repente es un barrio de tiendas bajas y oscuras, y la noche que nos ha seguido paso a paso tiene un aliento corto, que a veces se interrumpe; y la madre es inmensa cerca del chico que crece.

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RISA INCONTENIBLE

Se trataba, oscuramente, de un viejo que del pintor de aguadas de risas incontenibles había hecho, con todo derecho, una especialidad.

Es un sabio, me decían. Desde hace mucho intenta solamente trazar, con una pincelada grande y única –sí, ataques de risa.

Y, de puntillas, en esa galería del fondo del jardín de bambúes, nos acercábamos a la puerta de su celda. Escuche, susurraban (¡y cómo nos reíamos, cómo nos reíamos), escuche el ruido del pincel.

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DEL SIGNIFICANTE

La primera palabra era “el nubarrón”, la segunda “el nubarrón”, otra vez, la tercera, la cuarta, etc., era “el nubarrón” o “el cielo” o “el aire”, no se sabía muy bien.

Pero cuando la séptima ya se desgarraba, se desdibujaba, no se distinguía ya del desgarro, del desdibujamiento de otras más bajas, de otras hasta el infinito, de otras ceniza, de otras casi un polvo, blanco, entonces revolvían, en vano, en ese saco grande de tela tosca, lo que quedaba del lenguaje.

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Traducción: Julián Mateo Ballorca.

Relatos de sueños. Madrid. cuatro.ediciones. 2009. Págs. 13, 14, 32, 33, 55, 60, 61.

Sin título

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