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Archive for octubre 2011

Por: Viviana Restrepo (1985-  )

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Viviana Restrepo

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1

… Y la sangre un poema que no termina porque es circular

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Es la vigilia

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Conozco el hambre

desde antes de nacer

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Ella, la que fue

y será una en mi recuerdo

navega en mi sangre

______en mi sed.

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El temor a llenarme

punza como aguja.

.

Amo el vacío

y

el desierto para huir.

.

Ella me persigue.

.

No huyo del cuerpo.

Atraviesa largos huesos

entra en lo cóncavo

______________y húmedo.

.

La veo penetrando:

______________se lo que hurtará.

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Ars Nomini

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Mi nombre se parte en dos:

__ese fue el signo.

.

Con agua bendita

y palabra de nombre

me hice sal para ti.

.

Toda mi edad

se ha partido en dos:

.

dos sangres

.

dos deseos.

.

Ahora nómbrame

con agua de río y palabra celeste: átame

.

Frío

.

Pienso en las que soy

y violento mi carne

.

araño mi piel

.

muerdo tierra ajena

.

pero no puedo arrancarme el pecho.

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Tengo frío,

necesito de tu espíritu y tu nombre

.

una mirada

.

a lo poco

que me queda de cuerpo.

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Un círculo de silencio

.

Te he dicho de mi nombre.

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De lo que he sido en el oscuro lenguaje.

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De mi edad y mi herencia.

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Te he hablado del horror que hay adentro de mí

empañado espejo

.

y has visto como brota el llanto

.

como se encoge el cuerpo cuando la boca

enmudece…

.

________¿Cómo descifrar tu mirada ante un círculo

de silencio?

.

Fisura

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Animales nocturnos se deslizan

por mis caminos grises

caen imprevistos

en mi selva

en mi sangre.

.

He visto cómo

devoran mi carne sin compasión.

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En mi boca agrietada se anida una oración

mientras se deshace

mi cuerpo con su danza.

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Espera

 .

                                          a María

.

Morir

_______y

__________después parir.

.

Tengo en riesgo la respiración

y el último aliento.

.

Niño, me dueles

te robas mi sangre y mi calor.

.

Estás pegado a mí

como el ancla de un barco

.

Aun así eres marinero

desde antes de la luz.

.

Me darás tu risa,

Pero hoy tengo la tristeza del abismo.

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Primia Sangre

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Seguiré besando esta guerra de sangre

hasta descubrir en el cuerpo

los misterios de la voz.

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Esa que grita y calla

que aturde el interior de la vigilia con su profecía

que me convierte en sal.

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En hierba amarga.

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Y con un solo pie

besaré una vez más esta guerra de abismo

.

todos los misterios del cuerpo de la voz.

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Lo que dura un eclipse. Medellín. Editorial El Propio Bolsillo. 2011. Págs. 13-16, 18, 20, 21, 30, 35.

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Por: Balthus (1908-2001)

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Balthus

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F. J.: ¿Su pintura se sitúa en el ámbito de lo onírico o de lo real?

B.: El límite entre lo onírico y lo real es mucho más fino y más impreciso de lo que creemos… puede ser que todo sea un sueño.

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F. J.: A propósito de los sueños ¿por qué siempre rechazó que lo asociaran con los surrealistas, mientras que ellos hubiesen querido contarlo entre los suyos?

B.: Porque le tengo horror al surrealismo. Nunca tuve nada que ver con el surrealismo. Es un movimiento que dejó tanta mala hierba. Apenas se habla de algo absurdo o bizarro, dicen que se trata de surrealismo.

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F. J.: De todas formas no podemos reprochar a los surrealistas la fama que se les dio después…

B.: Pero desde el principio fue un movimiento lleno de ilusiones y efectos detestables. No me gusta lo que es falso, lo que finge ser. Y además está atestado de literatura. La pintura no es eso. Es un lenguaje en sí que no necesita soporte de otros. Breton se extasiaba con la obra de Gustave Moreau tan cargada de mitología y literatura que la pintura se asfixia, sin ver que, durante ese tiempo, Cézanne pintaba sus manzanas que no eran más que “sólo” pintura. ¡Y qué pintura! Esto me daba rabia.

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F. J.: ¿No hay verdaderos pintores entre los surrealistas?

B.: Yo no iría hasta ahí. Tuvieron de todos modos algunos pintores, pero más que verdaderos surrealistas eran “sobre-realizados”. Miró, es muy lindo. Me acuerdo que Picasso, que era su amigo, le decía: vamos Jean, a tu edad, sigues corriendo tras un bastidor… Miró era un caso extraño, muy marcado por la pintura popular catalana. Al principio, lo que hacía estaba directamente influenciado por ella y eso es justamente lo que me interesaba de verdad. Sus paisajes y naturalezas muertas de Montroig, en sus primeros años, fueron pintados con gran minucia. Lo encuentro muy lindo y muy poético.

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F. J.: Pero los surrealistas fueron, de todas maneras, sus primeros admiradores. Quedaron especialmente impresionados por su cuadro La Calle de 1933. Esa atmósfera extraña, enigmática, esos personajes que no se miran nunca, los veían como salidos de un sueño.

B.: Yo no pinto sueños, pinto soñadoras. Es completamente diferente. Por supuesto, hay una parte de onirismo… ¡aunque el término esté tan gastado! No es más que un hilo que separa todo lo que es real de todo lo que está detrás. Pero, justamente, los surrealistas no tenían nada de surreal. Era todo de la índole de la actitud, del simulacro y del proceso. ¿Cómo quiere que el onirismo encuentre su lugar en las puestas en escena fabricadas sólo con piezas?

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F. J.: Su gran amigo, Alberto Giacometti, pasó po una fase surrealista.

B.: ES verdad. Pero salió rápida y completamente de ella. Rompió definitivamente con Breton. Sabe, Alberto era una de mis mejores amigos. Siempre encontré muy hermoso todo lo que hacía, muy conmovedor, muy religioso. Ha hecho dibujos sublimes. En su obra hay una curiosa herencia de la pintura pompeyana. A lo mejor no era consciente de ello, pero por lo menos yo veo algo de pintura antigua. Sin dudas conoce la historia de Giacometti que, luego de su período surrealista, se volcó al estudio de la figura humana. “¡Cabezas! Pero todo el mundo sabe lo que es una cabeza”, exclamó Breton que no llegaba a comprender este giro y que veía casi una traición. “Yo no sé”, se contentó en responderle Giacometti. Era totalmente justo y conmovedor. Yo me siento exactamente como él: nunca habría terminado de comprender lo que es un ser humano y lo que es una naturaleza. Giacometti deseaba, tan ardientemente como yo, acercarse a los pintores de la antigüedad. Para mí, fue uno de los últimos grandes artistas del siglo. Teníamos juntos conversaciones formidables. No estábamos siempre de acuerdo, lejos de eso. Lo que, por otra parte, nos encantaba y estimulaba.

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Traductora: Constanza Bauzá

Meditaciones de un caminante solitario de la pintura. Buenos Aires. Las Cuarenta. 2010. Págs. 21-22.

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LUNAS DE SOMBRA

Por: Eliana Maldonado Cano (1978)

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Eliana Maldonado Cano

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… A mí familia

SARAH

Setecientas veinte lunas han pasado

desde el día en que me casé contigo.

Por años he comido del polvo de mis labios,

sigo seca como arena del desierto,

helada como la noche árida,

estéril como la duna móvil.

Cada mañana mientras escancia

el sol su luz sobre la tierra,

cuando sueño con el hijo ausente,

tú luchas, lloras y te revuelves

en el silencio de la cama.

Despierta con el deseo lujurioso

de poseer la piel desnuda,

morena y fértil

de mi esclava.

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REMORDIMIENTO

Vienes a mí con los ojos

cargados de promesas

que quedaron en el aire,

no hay verdad en el azul marino que los baña.

Cinco caballitos dan la espalda a tus palabras.

Las estrellas marinas yacen expuestas

en la arena de tus playas.

Hoy hay luna nueva,

no refulgen esta noche las estrellas,

poco dispuesto está mi corazón.

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DISOCIACIÓN

En esta hora de enfermedad y locura,

oculta del sol,

lejos de cuchillos

y de mi

y de ti

y de todos.

En esta hora en que me siento huevo,

cuerpo sin manos y pies.

En esta hora soy yo,

me nombro:

me llamo Juana,

me llamo loba,

me llamo poeta,

me llamo Kali,

me llamo Lilith,

y todas las mujeres.

Por eso ahora,

en esta hora de enfermedad y locura,

estoy sola.

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DIOSA VIRGEN

Háblame con el idioma del cuerpo,

mírame con los ojos cerrados

recorriendo las ondulaciones que acaricias.

Llevo la falda negra y roja y azul y violeta

y las medias que tanto te gustan.

Las coordenadas están dadas,

termina la carta que empezaste,

ningún labriego ha golpeado un

centímetro de esa tierra que descubres,

ninguna embarcación ha bajado su ancla

hasta los mares profundos del sur.

Soy Atenea, Hestia o Artemisa,

puedo cazarte con mis cincuenta perros

si vienes aquí

a penetrar en la gruta

oscura y silente de mi cuerpo.

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ÚLTIMA REENCARNACIÓN

Llevas en el cuello un hilo de oro

del que penden lágrimas de fuego enmudecidas,

como tus ojos sobrenaturalmente pálidos,

como la luna,

como la tierra.

Te beso, pero no te toco,

tiembla mi boca al acercarse a la tuya,

reverberan en mi alma los fantasmas del pasado

y tengo miedo de quererte

de adorarte, de morir en torno a ti.

He muerto mil veces en batallas terrenas

y mil veces he nacido otra vez,

pero ésta es la última vida que poseo

y te la llevas sin sangre,

sin espadas,

sin contienda.

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Lunas de sombra. Medellín. Sílaba Editores. 2011. Págs. 37, 55, 67, 70, 78.

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Por: Aram Kachaturian (1903-1978)

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Aram Khachaturian

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EL DESTINO NACIONAL EN EL ARTE

Lo nacional y lo internacional… Sobre este tema he platicado con frecuencia oralmente y por escrito, en coloquios con nuestra juventud y en ruedas de prensa en el extranjero, en congresos y plenos de compositores en Moscú y en las capitales de las repúblicas hermanas. Y siempre me hacían innúmeras preguntas concretas, que, al parecer, inquietaban vivamente a mis interlocutores. Yo procuraba contestar también concretamente y, a mi vez, sentía asimismo inquietud: ¿serán bien comprendidas e interpretadas mis palabras? Pues yo no soy teórico, hablo como me dicta mi experiencia de la vida y de la creación y la experiencia de mis compañeros. Tampoco ahora me propongo resolver problemas estéticos, pero si expondré gustoso al lector algunos de mis pensamientos.

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EL IDIOMA DE LA MÚSICA

Se me pregunta a menudo por qué hablo siempre del carácter nacional de la música, si el “idioma de la música es universal” y, por tanto, comprensible para todo el que la ama.

Es verdad, el lenguaje de la música se entiende “sin traducción”. Pero esto es sólo un aspecto del asunto. Otro –y aquí se manifiesta la dialéctica del fenómeno- consiste en que el universal y a todos asequible “idioma de la música” se compone de multitud de idiomas. Y el hecho de que nosotros entendamos estos “idiomas” –ruso o alemán, armenio  o francés- no debe poner en entredicho su propia existencia. Diré más: la música clásica universal pudo plasmar sólo porque cada artista auténticamente grande hizo su aporte a ella en nombre del pueblo cuya cultura cimentó su educación y la forja de su personalidad.

Al hablar así, pienso siempre en Bach. Trasunta y comunica genialmente en forma perfecta el espíritu de su pueblo, su carácter nacional. El lenguaje musical bachiano cuajó de entonaciones y ritmos de la canción campesina alemana; abundan en él las “citas” de auténticas melodías populares. Y vean: su arte hace mucho que pertenece a la humanidad entera. Cada cual halla en él algo que en lo hondo des consonante con sus propios sentimientos, ideas e impulsos espirituales.

¿Y Beethoven? Su música también aflora en el terreno patrio. Expresó en imágenes musicales el genio nacional de su pueblo. Y cómo no decirlo una vez más: Beethoven, como Bach, encarnó en sus obras el lenguaje popular vivo (no sólo alemán) y, revalorándolo conforme a su individualidad, creó producciones que son orgullo de toda la humanidad progresista.

Es muy curioso también comparar cómo el mismo argumento, el mismo tema es plasmado de distinto modo por artistas de escuelas nacionales diferentes. Tomen, por ejemplo, Romeo y Julieta de Berlioz y de Chaikovski, La Doncella de Orleáns de Chaikoski y Juana de Arco de Honegger, Carnaval de Schumann y de Poulenc, Réquiem de Verdi y el Réquiem alemán de Brahms. Aparte de todas las diferencias, condicionadas por la diversidad de las épocas, el talento y los géneros, por doquier sobresalen ante todo peculiaridades nacionales.

Cualquiera que sea el gran artista a que nos remitamos –Schubert o Glinka, Schuman o Borodin, Chopin o Músorgski, Mozart o Debussy, Brahms o Rimski-Kórsakov, Haydn, Verdi, Balákirev, Wagner, Grieg, Sibelius, Dvórak, Smétana, Liszt- jamás surge la duda alguna en la determinación nacional de su arte, y merced a eso cobraron alas con que volaron por el mundo entero.

Hasta ahora me he referido a los clásicos de la música. Lo dicho es aplicable también a mis contemporáneos y en primer término a mis compatriotas. Mas, antes de proseguir nuestro diálogo, hagamos una pequeña digresión.

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¿EN QUÉ SE EXPRESA LO POPULAR?

Hace poco recibí una carta de un músico nuestro. Resulta que, en la república donde él vive, algunos “teóricos” se pusieron de pronto a remachar que los compositores deben prescindir del folklore y buscar un lenguaje musical “internacional”, depurado de elementos de la música popular. La carta de mi joven colega me conmovió…

En Azerbaidzhán, lo nacional considerábase en un tiempo música unísona. Pero llego Uzeir Gadzhibékov, y tras él toda una pléyade de jóvenes compositores azerbaidzhanos, y vean qué ha quedado de esa “teoría”. Hubo también quien proclamó “intagilbles” las melodías de los ashugos (poetas-cantores populares de los pueblos caucásicos –Red.): no se las debe elaborar ni integrar en el tejido de las grandes producciones sinfónicas, decían. A mí me encantan las canciones ashugas, como creo que gustan a muchísimos otros. Pero eso no quiere decir que, excepto ellas, nada deba existir y que agotan todas las posibilidades de la cultura nacional. Los verdaderos artistas nunca han pensado así, por el contrario, se sobrepusieron siempre a los conceptos rutinarios y crearon nuevas tradiciones que reflejaban las demandas de los contemporáneos. Lo que digo puede ser ilustrado en Azerbaidzhán con los ejemplos de la creación e Karáev y Amírov. Cada uno de ellos ha hecho un gran aporte al desarrollo de su cultura nacional y al acervo del arte universal.

También ahora tropezamos a veces con falsas opiniones en nuestro medio artístico. En Tadzhikistán, por ejemplo, todavía sigue sosteniéndose que sólo la música instrumental unísona es al auténticamente música popular, y todo lo demás es “perversión”. Allí se acoge en ocasiones de uñas las tentativas de cultivar la polifonía, la canción coral desarrolla, la manera “europea” de canto en la ópera. ¿Hace falta demostrar que todo eso entorpece el crecimiento de la maestría profesional de los compositores tadzhikos?

Tengo presentes cas todas las décadas de literatura y arte de las repúblicas nacionales celebradas en Moscú. Algunas de ellas movían a triste reflexiones: ¿Por qué, en rigor, los argumentos de muchas óperas y ballets eran invariablemente copiados del lejano pretérito? Y no me refiero ya a que algunas veces apuntaban en tales óperas tendencias a idealizar la antigüedad. Hemos de sostener aún una lucha aguda por la justa comprensión de las leyes del desarrollo de nuestro arte, el arte del realismo socialista, nacional por su forma y transido de romántica revolucionaria, reflejo de la gran verdad de la realidad soviética.

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¿CÓMO SERÁ EL ARTE COMUNISTA?

¿Cómo me imagino yo las perspectivas del desarrollo del arte?

Estoy convencido de que la cultura del comunismo será inusitadamente pletórica, polícroma, copiosa. Porque en ella revelarán al máximo sus mejores cualidades los creadores: los hombres del mañana. ¿Y qué puede haber más hermoso, sugestivo y embriagador que la belleza de los impulsos del espíritu, las obras y las ideas del hombre perfecta y armónicamente desarrollado? Y nuestro arte, al que servimos, arte sutil, noble, conmovedoramente tierno, comportará a las gentes la alegría, les mostrará la dicha de la vida, el triunfo del bien y del amor, les hará sentir el aroma de las vides, el brillo del sol, la fragancia de la tierra, el hálito del viento, los rumores del mar, el frescor de las gotas de la lluvia. Será un arte sintéticamente multinacional.

Probablemente lleguemos a la cultura del comunismo en un plazo histórico mínimo. ¿En qué me fundo para hacer tal afirmación? En la experiencia de las culturas nacionales de la Unión Soviética. En las condiciones del socialismo han cubierto en varios decenios una distancia que sobre el contexto de un régimen explotador habría llevado siglos. A nadie extraña que el mugam azerbaidzhano resuene en una orquesta sinfónica, y la melodía unísona uzbeka en el coro multivocal, o que la pentatonal canción popular tártara sea base de la ópera y de la sinfonía. Así ya hoy a nuestra vista van delineándose los contornos de la cultura internacional del comunismo.

Ahora es ya evidente para cada cual que los géneros y formas de creación artística habituales para uno y otro pueblo se enriquecen y renuevan activamente. Es muy aleccionador, desde este punto de vista, el auge de la creación sinfónica en muchas repúblicas soviéticas. Es comprensible: el sinfonismo no es simplemente cierto “aspecto” de la música. Es un género especial, altamente desarrollado de pensamiento musical. De ahí que no puedan por menos de alegrarnos los progresos en este campo no tanto de los compositores de las repúblicas con ricas tradiciones musicales, cuanto que los representantes de las jóvenes culturas profesionales. Aquí es oportuno mencionar a las repúblicas de Transcaucasia y del Báltico, Kazjstán, Kirguizia, Tartaria, Buriato-Mongolia; Tuva y muchas otras. Yo considero estos avances como relevantes indicios del impetuoso crecimiento de nuestro arte soviético.

El vigor, la riqueza y la expresividad artística de la cultural internacional dependen por entero de la copiosidad con que cada carácter nacional se revele en el arte.

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Hablan maestros soviéticos de las artes. Editorial de la Agencia de Prensa Nóvosti. Moscú. 1970. Págs. 115-124.

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Por: Yves Bonnefoy (1924-  )

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Kathleen Ferrier

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Toda la dulzura, toda la ironía se juntaban

en un adiós de cristal y de bruma;

los golpes del metal eran casi silencio,

el fulgor de la espada se había velado.

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Yo celebro la voz matizada de gris

que duda en las distancias de la canción perdida,

como si más allá de toda forma pura

temblara otra canción y el único absoluto.

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Oh claridad y ausencia de claridad, oh lágrimas

oh  cisne, realidad en el agua irreal,

oh fuente, en la llegada profunda de la noche.

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Parece que conoces dos orillas,

la suprema alegría y el supremo dolor.

Entre estos juncos grises bajo la luz, parece

que haces surgir lo eterno.

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Desierto ayer reinante (1958)

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Antología. Barcelona. Editorial Lumen. 1977. Pág. 117.

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Por: Paul Éluard (1895-1952)

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Paul Éluard

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I

Conozco todos los sitios donde habita la paloma

Y el más natural de todos es la cabeza del hombre.

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II

El amor de la justicia y de la libertad

Ha producido un fruto maravilloso

Un fruto que no se echa a perder

Tiene el sabor de la felicidad.

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III

Que la tierra produzca que la tierra florezca

Que la sangre y la carne vivas

Nunca sean sacrificadas.

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IV

Que el rostro humano conozca

La utilidad de la belleza

Bajo el ala de la reflexión.

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V

Para todos pan para todos rosas

Todos hemos prestado juramento

Y marchamos con paso de gigante

No es tan largo el camino que nos lleva.

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VI

Dejaremos el reposo dejaremos el sueño

Atraparemos albas primaveras

Prepararemos días y estaciones

A la medida de nuestros sueños.

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VII

La blanca iluminación

De creer todo el bien posible.

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VIII

El hombre presa de la paz se corona de esperanzas.

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IX

El hombre presa de la paz siempre tiene una sonrisa

Después de todos los combates para aquél que se la pide.

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X

Fuego fértil de semillas de manos y de palabras

Fuego de fiesta se enciende y abriga los corazones.

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XI

Vencer se apoya en la fraternidad.

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XII

Crecer es sin límites.

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XIII

Todos serán vencedores.

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XIV

La cordura cuela del cielo raso

Y su mirada cae de frente como una lámpara de cristal.

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XV

Lentamente la luz desciende hacia la tierra

De la frente más vieja pasa a la sonrisa

De los niños libres ya del miedo a las cadenas.

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XVI

Y tanto tiempo el hombre le daba miedo al hombre

Daba miedo a los pájaros que había en su cabeza.

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XVII

Después de haber lavado con luz de sol su cara

El hombre tiene que vivir

Tiene que hacer vivir y se une de amor

Se une al porvenir.

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XVIII

Mi dicha es nuestra dicha

Mi sol es nuestro sol

Nos repartimos la vida

El espacio y el tiempo son de todos.

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XIX

El amor trabaja es infatigable.

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XX

Era en mil novecientos diecisiete

Y guardamos la comprensión

De nuestra liberación.

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XXI

Hemos inventado al otro

Como el otro nos ha inventado

Nos necesitábamos los dos.

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XXII

Como al volar un pájaro se confía en sus alas

Sabemos dónde va nuestra mano tendida

Va hacia nuestro hermano.

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XXIII

Vamos a colmar la inocencia

Con la fuerza que nos faltó

Durante tanto tiempo

Ya no estaremos nunca solos.

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XXIV

Nuestras canciones llaman a la paz

Nuestras respuestas son actos por la paz.

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XXV

No es el naufragio lo fatal

Es nuestro deseo y lo inevitable es la paz.

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XXVI

La arquitectura de la paz

Reposa sobre el mundo entero.

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XXVII

Abre tus alas rostro hermoso

Impón al mundo la cordura

Pues nos volvemos ya reales.

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XXVIII

Nos volvemos reales juntos por el esfuerzo

Por nuestra voluntad de disolver las sombras

En el brillante curso de una nueva claridad.

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XXIX

La fuerza se hará más ligera cada vez

Respiraremos mejor y cantaremos más alto.

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Selección y Prólogo de Luis Marré.

Paul Éluard. Poesía. La Habana. Editorial Arte y Literatura. 1975. Págs. 313-320.

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DIGNUM EST

Por: Odiseas Elitis (1911-1996)

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Odiseas Elitis

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LA PASIÓN

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III

¡La riqueza nunca a mí me concediste

de continuo despojado por tribus continentales

y, con la misma arrogancia, por ellos continuo glorificado!

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Recibió la Vid el Norte

y la Espiga el Sur

pagando el curso del viento,

y sacrílegamente cobrando

el ahínco de los árboles dos y tres veces.

No así yo,

que no conocí más que el tomillo en el alfiler del sol

que no sentí

más que la gota de agua en mi indómita barba

y sí puse la áspera mejilla en lo más áspero de la piedra siglos y siglos

Me quedé dormido sobre la inquietud por el día de mañana

como el soldado sobre su fusil.

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Y los favores de la noche indagué

como el asceta a su Dios.

Con mi sudor cuajaron un diamante

y sigilosamente me suplantaron

la virgen del ojo.

Pesaron mi alegría y dice que la encontraron pequeña

y por el suelo pisotearon como a un insecto.

Mi alegría por el suelo pisotearon y en la piedra encerraron

y por fin me dejaron con la piedra,

mi tremendo retrato.

Con pesado mazo la golpean, con duro taladro la perforan,

Con amargo cincel yenden la piedra.

Y cuanto más devora la materia el tiempo, tanto más claro sale

el oráculo de mi semblante:

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¡Temed el furor de los muertos

y las estatuas de los peñascos!

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IV

¡Mis días agregué mas no pude encontrarte

en ningún lugar, nunca, sosteniéndome la mano

en el bramido de los precipicios y en mi amalgama de estrellas!

Tomaron unos el Conocimiento y otros el Poder

hendiendo fatigosamente la oscuridad

y ajustando pequeñas máscaras de dicha y de dolor

a sus marchitas caras.

Yo no, sólo yo no me ajusté máscaras,

la dicha y el dolor tras de mí arrojé,

pródigamente tras de mí arrojé

el Poder y el Conocimiento.

Mis días agregué y me quedé solo.

Dijeron unos: ¿por qué? También él podría vivir

en una casa con tiestos y una novia blanca.

¡Caballos rojos y negros encendieron en mí la obstinación por otras, más blancas Helenas!

¡Anhelé una virilidad distinta, más secreta,

y por donde me cerraban el paso, invisible, galope

para devolver las lluvias a los campos

y recuperar la sangre de mis muertos insepultos!

Dijeron otros: ¿por qué? él también podría conocer la vida en los ojos de los demás.

No vi los ojos de nadie más, no divisé

sino lágrimas en el Vacío que abrazaba

sino tormentas en la calma que soportaba.

¡Mis días agregué mas no pude encontrarte

y ciñéndome las armas sólo salí

al bramido de los precipicios y a mi amalgama de estrellas!

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VI

¡El poeta de las nubes y las olas duerme en mí!

en el pezón de la tormenta los oscuros labios

¡Y su alma siempre con la coz del mar en la espinilla del monte!

Robles arranca de cuajo en su descenso el crudo trácias.

Pequeños barcos en el extremo del cabo

de improviso lo doblan y desaparecen.

Y asoman de nuevo arriba en las nubes

al otro lado de las profundidades.

A las anclas se han cogido las algas,

a las barbas de compungidos santos.

Hermosos rayos en torno a su semblante

la aureola del ponto hace vibrar.

Abstinentes hacia allí los vacíos ojos vuelven los viejos

y a las mujeres con su negra sombra

visten la cal impoluta.

Junto a ellos yo, la mano muevo

¡Poeta de las nubes y las olas!

En el venerable pote de pintura sumerjo

los pinceles con ellos y pinto:

¡Los nuevos armazones

los dorados y negros íconos!

¡Socorro y amparo nuestro San Kanaris!

¡Socorro y amparo nuestro San Miaoulis!

¡Socorro y amparo nuestra Santa Mandó!

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LECTURA TERCERA

LA GRAN SALIDA

Por aquellos días hicieron una reunión secreta los muchachos y tomaron la decisión, ya  que las malas noticias inundaban la capital, de salir a las calles y a las plazas con la única cosa que les quedaba: un puñado de tierra bajo la camisa abierta, con sus pelos negros y la pequeña cruz del sol. Donde tenía poder y dominio la Primavera.

Y como se acercaba el día en que la Nación solía celebrar el otro Levantamiento, y precisamente aquel día fijaron la Salida. Y salieron temprano a pleno sol, con el valor desplegado de arriba abajo como una bandera, los jóvenes de pies hinchados a los que llamaban golfos. Y les seguían muchos hombres, y mujeres, y heridos con vendas y muletas. Y de pronto se veían en sus caras tantos surcos, que se diría habían transcurrido muchos días en muy poco tiempo.

Pero al enterarse de tamaña audacia, los Otros se turbaron enormemente. Y estimando por tres veces sus posesiones, tomaron la decisión de salir a las calles y a las plazas con la única cosa que les quedaba: un codo de fuego bajo el acero con sus negras bocas y los dientes del sol. Donde ni un brote ni una flor derramaron jamás una lágrima. Y golpearon donde fuera, cerrando los ojos con desesperación. Y la Primavera les dominaba por momentos. Como si no hubiera otro camino en toda la tierra para que pasara la primavera más que éste, y ellos lo hubieran tomado en silencio mirando a lo lejos, más allá del borde de la desesperación, la Serenidad en la que iban a convertirse, los jóvenes de pies hinchados a los que llamaban golfos, y los hombres, y las mujeres, y los heridos con vendas y muletas.

Y transcurrieron muchos días en poco tiempo. Y segaron a muchos las bestias y otros los acorralaron. Y al otro día pusieron a treinta en el paredón.

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XII

¡Y en la medianoche profunda, en los arrozales del sueño,

Calla que me tortura y mal mosquito de Luna!

Las sábanas combato y con los ojos espesos

en la oscuridad en vano me esfuerzo:

Vientos ancianos barbudos

de mis antiguos mares guardianes y llaveros

vosotros que poseéis el secreto

traedme ante los ojos un delfín.

¡Ante los ojos un delfín traedme

que sea veloz, y griego, y por hora las once!

Que a su paso la tabla del altar borre

y que cambie el sentido del martirio.

¡Que bulla su blanca espuma

ahogando al Buitre y al sacerdote!

Que a su paso la Cruz disuelva

y a los árboles devuelva su madera.

¡Que el profundo crujido me recuerde otra vez

que, el que soy, existe!

Que su ancha cola me surque la memoria

por una senda no marcada

¡Y en el sol vuelva a dejarme

como a un antiguo guijarro de las Cícladas!

Las sábanas combato y con las manos ciegas

en la oscuridad en vano me esfuerzo:

Vientos ancianos barbudos

de mis antiguos mares guardianes y llaveros

vosotros que poseéis el secreto

clavadme el Tridente en el corazón

en cruz con el delfín

¡El signo que es en verdad yo mismo,

para ascender con mi juventud primera

al azul de los cielos –y allí ser poderoso!

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Traducción de Cristián Carandell

Dignum est. Barcelona. Ediciones Orbis. 1983. Págs. 49-52, 63-64, 71-72, 91-92.

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DÍAS

Por: Carlos Vásquez Tamayo (1953- )

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Carlos Vásquez Tamayo

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Días, ¿puede ser eso lo que escriba? De ahora en adelante, como si fuese una línea trazada en arena despierta.

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SALTO

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y si aún antes, alguien junto a ti pero sin acosar, murmurara lo que ahora te toca

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sería como separarse con la promesa de reunir otra vez, en las costuras que un tiempo así oculta y demora

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queda ese salto donde la visión enmudece, en plena media luna, allí donde parecen chocar las corrientes

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estarías dispuesto, si alguien en la noche rodeara por ti ese risco venciendo tanta maleza

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para que no se vaya, y tenga la sombra que le basta y no se tan claro cuando lo domines como si no fuera eso

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ahora lo intentas, quieres abarcarlo y se suspende allí donde arrecia el corazón y la sangre consiente

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ELLA

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ella, la insistente, viene ahora a tejer a tu lado con dedos efímeros

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toda respiración o el suspiro de un día de pronto sin nubes

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abre grietas y pasa, mano que se con la sangre

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tierra húmeda para ella cuando decide atravesar y quiere quedarse

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la que no tiene rostro o es ése afán en lo vidrios de una lluvia ida

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extraña que se vino a sentar junto a ti cuando ardías

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lejana para no esperanzarte, quieta para no querer irse tras ella

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rueda y no acaba de caer, oscurece y acaso no llegue al día nuevo

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vuelto a hallar con la última mirada o un roce discreto

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DÍAS

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barro tan blando que no me atrevo a ir y debajo otras aguas cubren sus broncos ramajes

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envueltos por helechos y más hondo, donde un hilo apacible desvía su cauce

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fuentes de donde parten pequeños canales, arbustos prendidos a peñascos más altos

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escasos musgos tal vez pero altivos, mientras brillan las piedras en una lluvia ida

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nadie podría decir si pasó o fue tan sólo el ansia de otro caminante, tan cerca y a la vez más adentro

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en las ramas el aire, y en las hojas briznas de un polen dormido, patas que llegaron para escampar y fueron tan sólo el más leve peso

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un solo uro sin sostén, entreabierta ventana vuelta a batir de golpe en el viento más breve

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están aquí de nuevo y es para este todos los años y la casa se va curvando bajo toscos maderos

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ESCRITURA

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y si alguien se rompe, en esta luz, en el centro de la habitación o página o bosque

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señal que tomas para empezar, eco llegado de la más desnuda región detrás de tu casa

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acaso un rumor, debes acercarte y dejar que vaya entrando con su humo despierto

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empiezas por valerte de una palabra, choca y se abre y la hierba la pone a cantar

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deslizas la mano y el aire se alegra y la luz flota hasta que el roce al fin te sostenga

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las ventanas se cierran y el silencio envuelve una a una las frases que tanto pidieron

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el agua viene a celebrar y es una obediente para ti su orilla más calma

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PIEDRAS

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cuáles, en las orillas, como si un agua las trajera y las dejaras enfriarse bajo el pie

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cuántas aún, humildes formas venidas de alguna eternidad, a la noche arrancadas

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inútiles a la vista, tesoro para el pañuelo o en el fondo de bolsillos pequeños

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excavaciones de mano fiel, van brotando para calzar menudas diademas

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miserables también para las cuentas, gemas que maltratan las frentes en hoscos rituales

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para nada quisiera verte envuelto, gritos más lejos, cuchillos sin perdón ni clemencia

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promontorios para no olvidar a los hermanos en laderas escuálidas

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memorias que el miedo perfora y las palabras llevan sobre su espalda, sin saber cómo redimir en un centelleo su ruego

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VEJEZ

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no es que pienses que un tiempo maduro te espera en alguna floresta

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es más bien una brisa cuando viene hasta ti con su música indolente o sombría

a preguntar por los días que no te descubres por miedo a que alguien llegue y los hurte

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acaso sea una hora que sólo puedes rodear y sentarte donde el fuego te indique

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como si la ventana permaneciese cerrada y al otro lado el campo se fuera borrando sin que tú lo advirtieras

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no es que pidas crezca en tu jardín un arbusto y sombree tu vida en tibias mañanas

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y todos los frutos vengan a entregarte sus dones ahora a tu alcance

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y no queden sonidos para decir si perdiste y esperas un día que no sea éste

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Días. Bogotá. Común Presencia Editores. 2011. Págs. 15, 17, 23, 33, 37, 41, 65.

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A LA SOMBRA ANIMAL

Por: Javier Naranjo (1956- )

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Javier Naranjo

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DESTIERRO DEL DÍA

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Un mono

El pequeño mono me mira…

¡quisiera decirme

algo que se le olvida!

José Juan Tablada

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Entro en la nata del día, levanto la cabeza y miro con otra atención. La luna desde temprano está puesta en el cielo, la cabeza se eleva desde todo eso y siento que de la grisalla se alza una vida más espléndida, que afuera hay una vida más alta.

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Respiro el mismo día que los demás, voy como ellos, vivo vano triste. Pero hay algo más, casi lo puedo tocar… pero no… lo olvido y sigo caminando con el rostro del que he sido expulsado.

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REUNIÓN DE TRABAJO

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Toda la tarde me acompañó un poema. Me recogí en él mientras hablábamos de enseñar a leer y a escribir… Qué patético empeño.

Y en el grupo era unánime la sensación de no estar del todo mientras conversábamos de cosas ajenas a nosotros con una verdad que se revolcaba bajo la mesa. Un animal de discordia que nos lamió y enroscó la cola. Torció los argumentos y nos dejó arrimados a la intemperie.

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¿CUERPO O PALABRA?

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Untarnos para siempre de esa cosa que tienen las palabras.

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Y los animales que lamieron de sí, ahora reposan y se olvidan, porque es menester abandonar lo sólido y entrar en aire.

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IRSE DEL ANIMAL

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Tu mano en despedida

tu boca

tu espalda

que se alza de tu grupa

tu largo dorso

yegua

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HENDER EL AIRE

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Es difícil hender el aire, tocar el día, cuando en la noche giramos esperando en zozobra el milagro de la luz.

Es tan difícil salir erguidos, compuestos, afeitados, si no hay sosiego y sólo islas y sólo náufragos y mar abisal.

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GATOS

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Los gatos saben estar y eso es lo que nos cuentan: detenimiento, atención al mundo y al cuerpo que recorre con deleite.

Ellos no se bañan, se reconocen. Maestros en la enseñanza de lo sagrado del cuerpo se regodean, y se abandonan a lo conocido con un fervor que nos hace creer que todo es para siempre.

Los gatos nos muestran que todo gesto es verdadero,

y se van.

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EN TURBAMULTA

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Cae agua en el techo de la cabeza donde en despoblado los elementos azotan, y en batahola las calles de lo caminado.

En turbamulta todo.

Lo ido, lo no más, lo hasta nunca.

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DE PARTE DE LO PERDIDO

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Como no hay que llegar a ninguna parte puedo quedarme moroso en todo:

En la comida que mastico y sabe, y en el prodigio de saberla entiendo lo que perdería por no estar atento. La música que acompaña termina y sé que es música porque no la escucho. Lo que toco se hace visible porque abandono la memoria del cuerpo.

Y digo adiós y acaricio tu nombre.

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SEÑALES

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Donde yazgo se desprenden de mí… escamas pelos polvo. Despojos en testimonio, señales casi invisibles, adioses, despedidas, excrecencias de toda cosa perecible.

El animal.

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MORIR DEL OTRO

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Tan extraño que digan un día, se murió Javier, y yo no esté para oírlo y condolerme por la pérdida en mí de algo que quería. Y no pueda alegrarme de no ser yo el que partió.

Hacer alabanzas y denigrar también con ladina fiereza del pobre muertico. Y no poder comentar los detalles de su muerte para sentirme sobreviviente.

Extraño que sea Javier el que se fue, y mi rostro y mi sombra no estén ya sobre la tierra asistiendo al morir del otro.

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A la sombra animal. Medellín. Fondo Editorial Universidad EAFIT. 2011. Págs. 17, 18, 19, 20, 21, 23, 27, 29, 32, 36.

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