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La vida cotidiana del mundo en la época que conforma el contenido del Ulises de Joyce es la vida cotidiana sacada de la biografía de míster Leopold Bloom, una vida cotidiana sacada del ambiente medio en los años que precedieron a la guerra cuya relación con la historia del mundo termina en la lectura de algún diario; míster Bloom, caballero un tanto curioso y displicente, de ascendencia judía y religión católica, lleva una vida relativamente cómoda y económicamente segura como propietario de una agencia de publicidad en la muy provinciana ciudad de Dublín, y el día 16 de junio de 1905, en el que le acompañaron desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la noche, en un día cualquiera en esta vida cualquiera. Intrascendentes son los pensamientos de Bloom, intrascendentes las relaciones para sus semejantes, amigos y enemigos, intrascendentes son también éstos. Molly, esposa del buenazo de Bloom, le engaña con banales excusas y les tiene que engañar porque ella ha nacido así; banales son los ciudadanos de la ciudad, aun cuando aquí y allá surja algún tipo original; banal es incluso el rival de Bloom, el estudiante intelectualoide, descarriado, trasnochador, Stephan Dedalus. Y todo lo que ocurre durante este día es: el señor Bloom se levanta por la mañana, prepara el desayuno a su esposa, se dirige a la oficina, asiste a un entierro, acude a unos baños públicos, toma un ligero lunch, vuelve a su negocio, cena en un restaurante, se encuentra con Stephan Dedalus, luego marcha de paseo, completamente solo, por la playa, expresa sus deseos eróticos a una muchacha cualquiera, que le escucha con indiferencia, y, ya bien entrada la noche, vuelve a encontrarse con Dedalus, va a parar a un burdel y, finalmente, después de beber una taza de pésimo café en una taberna, marcha a casa, acompañado de Dedalus, donde filosofan un rato hasta que éste se marcha y Bloom aterriza en la cama matrimonial. Dieciséis horas de vida en 1.200 páginas, dieciséis durante las cuales los protagonistas se sienten tentados, una y otra vez, a abandonar la escena, porque la naturaleza así lo exige.
Describir dieciséis horas de vida en 1.200 páginas equivale a dedicar 75 páginas a cada hora o, también, más de una página a cada minuto de vida y casi una línea a cada segundo; si, aparte de ello, se tiene en cuenta las necesidades naturales del hombre, se puede llegar a pensar que este libro es en esencia un gigantesco –por lo minucioso- registro de cuño naturalista. Efectivamente, en la obra está presente el naturalismo, abunda incluso y, en contra de lo que muchos opinan, no está limitado ni mucho menos a lo psicológico como tampoco al monólogo interior tan característico de Joyce, sino que abarca todo los métodos naturalistas desde Zola a Dostoievski y va incluso más lejos que todos ellos. Pero este realista retrato de míster Bloom, con tintes que en ocasiones llegan a la misma caricatura, y de su rival, y de la ciudad de Dublín, allá por el año 1904, no constituyen sino el fondo de una pintura mucho más fantástica; o, si se prefiere, más que fondo, una especie de estrado intermedio, a través del cual se filtra el resplandor de lo fantástico, de lo legendario. Una vida pacífica de Snyders es simplemente naturalista; el buey sacrificado, de Rembrandt, es más que naturalista.

Traducción de RAMÓN IBERO
Poesía e investigación. Barcelona. Barral Editores. 1974. Págs. 238-239.
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