“La niebla era un enjambre
de abejas rumorosas
en el panal de la tarde”.
(Del libro El dado virgen”. Raúl Henao)
e trasegado como un equilibrista entre las palabras, sobre la tensa e inescrutable cuerda de la vida, donde es fácil dar un paso en falso, o dejarse ir por tedio o amargura, sin esperar que nos salve el ángel del remordimiento y nos acune en su regazo.
Eructo aceite entre el golpeteo de las máquinas y su ruido de infierno.
La poesía es el faro entre los haces luminosos de los versos, y el silencio una vocación sin escafandra.
La grieta entre los mundos
Caen las horas
por el desfiladero del tiempo.
Memoria que se esfuma
entre los calendarios
entre las iridiscencias de las nubes
entre su sortilegio
que abre la grieta entre los mundos.
Es ceniza mi sombra
Soy un retal de silencio
en los andenes de los días
mi cuerpo dibuja
su sombra en el asfalto.
Vi salir a mi paso
a un perro echando fuego
mirarme con desprecio
y huir de mí, ladrándome su miedo.
Escuché un coro de pinos
cantándole a la madrugada
después vi mi sombra
alta como un árbol
sobre una charca turbia.
Vi también
escaparse la vida en un parpadeo.
Inútil buscar refugio
en los acantilados del desasosiego
donde se esfuma la sombra
como se desvanece
la ceniza en el viento.
Camino de la infancia
El mar recoge todo el dolor del mundo
pero no quiebra las agujas
de esta liturgia negra
esta flor vencida
que a veces parece la vida.
La nostalgia del leño flota
sobre la serenidad del estanque.
Tronco que también fue árbol
árbol que también fue bosque
floresta atrapando pájaros al vuelo
para lanzarlos como burbujas
y transmutarlos en estrellas rutilantes
sobre las sutiles hendijas de la oscuridad.
Astros que adornan el alba
frágil rocío, sobre un mundo
que aún transita los caminos de la infamia.
Instrucciones para escuchar las piedras
Dentro de las piedras
la memoria del río
silbo del viento
crepitar del trueno
caminar de caracoles
desde el borde de la madrugada.
Croar monótono de las ranas
ala rota de la abeja
cuerno astillado del escarabajo
la huella minúscula de la hormiga
y su infinita carga de hoja verde.
Escuchar sus secretos
sentarse en plenilunio
dejarse ir por sus orillas
ebrio entre fractales
darse cuenta de que uno ya no es uno
si no una arista de la piedra
un guijarro más en el camino.
Frenocomio
La vida es todo
la vida es nada.
Uno camina aferrado a su fútil baranda
a veces tropieza y no siempre se levanta.
Hay quien alza el vuelo
otros astutamente desde la orilla opuesta
lo viste en un cerrar de ojos con camisa de fuerza
lo declara espécimen peligroso
para recluirlo en el frenocomio.
Quien en medio del asombro
habla con sigilo con el viento
ningún barrote lo confina
ninguna trinchera lo dará por muerto
porque quien aprendió a volar
no claudica solo por romperse un ala.
Los ángeles de los vitrales
Pasaban los días
la misma niebla nos cubría los ojos
el mismo frío habitaba
el residuo de los días
y cruzaban los descabezados
sin rumbo por los antejardines,
las ventanas se cerraban a su paso.
Nos odiábamos un poco más
afligidos en nuestro absurdo miedo
pensando erradamente
que una legión de ángeles
bajaría desde sus vitrales
a aliviar el espasmo
de nuestros desvelos
pensando que ocultos
detrás del trébol de cuatro hojas
exorcizándonos para siempre
nuestra mala racha con la muerte.
Madegual
No se puede ir por la vida
olvidando las ventanas abiertas
que dan al infinito.
Se miras bien Madegual
en esa esquina de la plaza
hay un girasol triste y solo
no hay palomas en los árboles.
Un momento propicio
en la existencia Madegual
para entender que somos
fugaces como el viento
en mitad de la plaza
y sus escalinatas.
Estrangule mis lágrimas
A Mabel compañera de Viaje
Habitarás para siempre
mi silencio…
Yo que sequé mis lágrimas
para sentirme lúcido
olvidé que la marea
de la ausencia
es una fatalidad,
una fuente de oscuros delirios.
Un velo de locura
se hizo en mí
un arrebato
me puso al borde
una palabra
me ha salvado
fugazmente de la caída.
Las sombras de los días
Vivir duele, a veces todo es irreal
desvanecerse de sensaciones,
revelador de sortilegios
es el silencio.
Es triste amar los objetos y ser insensible
a la proximidad de un rostro.
Artificio es el hombre.
Su traje es la sombra
con la que viste sus días.
Mira cómo el río fluye
en la inmensidad del mar se regocija
mas el hombre en su caminar
¿A dónde arrastra su desatino?
Su torpe delirio le hace olvidar
que no hay mayor ausencia
que vivir sin anhelos
ni mayor soledad
que vivir sin misterio.
Efluvios
¡Efluvios destellantes!
¡Cuántos versos entre botellas de vino!
¡Cuántos vocablos en plenilunio!
¡Cuántas elegías en medio de la desilusión!
¡Cuántos cantos de exaltación
en medio de la apoteosis y del delirio
abrigo de la noche, donde se tejen los versos!
Efluvios. Medellín. Augusto Paniagua Editor. 2021. Págs. 12, 13, 16, 18, 21, 22, 25, 31, 40, 47.
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