Por: Oscar Jairo González Hernández. Profesor Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín
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En la cámara y en la mirada de Martha Luz de Castro, lo que se instala para ella misma, es la incesante manera y obsesivamente lucida de hallar, de dar luminosidad, de revelar lo que para el observador está oculto, lo que no le es visible de manera inmediata y en la que por medio de los sentidos, tiene que hacer una torsión y peso sensible para hacer evidente, en el mayor sentido y indicación de la evidencia, o sea, no es aquella evidencia de la evidencia, sino de lo que la percepción pone en evidencia.
La mirada de Martha Luz, es una mirada que busca, examina, siente y halla. No una mirada cualquiera, sino una mirada que tiende necesariamente a hacer tensión sobre sí misma, en ella. Una mirada que no está en ella como tal, sino que ella prepara y provoca, perturba y lleva a la cámara. Mirada y cámara se mezclan y combinan entre sí, porque ella lo quiere, lo provoca.
Cuando descubre a Goya, tras mirarlo y mirarlo, obstinadamente y con drástica mirada en formación, no como la mirada de la Medusa, que ya es en Medusa; sino la mirada que tiene que formar; halla pues en Goya una relación indisoluble entre Goya y El Carnaval, como antes lo había hecho y realizado de manera extraordinaria con el Barroco y dentro de la teatralidad del barroca y la muerte. Fiesta de los sentidos y muerte de los mismos, en el drama barroco de Goya y El Carnval; porque lo que hay, el hilo conductor entre Goya y el Carnaval, es la misma tensión, el mismo extravío, el mismo mundo de las insólitas y extrañas combinaciones del mundo real y del mundo irreal, de la visión de lo extraño y lo mismo en ocurre en el Carnaval. En Goya, hacia la locura, la ironía y la risa, y en el Carnaval, hacia el exceso, el furor y el frenesí hedonista, y que tiene como medida el exceso. En uno, Goya lo oscuro y lo luminoso de su visión, en el otro, el Carnaval, la excesividad de la luz, de la máscara y de la burla.
Es esto lo que ha sabido muy bien ver y hacernos ver, con su mirada y su cámara Martha Luz de Castro y aquí nos los dice, desde su perspectiva:
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¿En qué momento es usted consciente de que le interesa, le llena y le posee la necesidad, esencial y básica de hacer fotografía?
Desde que “saqué de mi cabeza” la actividad que la había ocupado durante 30 años, ya fuera estudiando o trabajando: la economía.
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¿Concede usted mayor relevancia en su tarea, en su hacer estético a la técnica o a la intuición, cómo se da ó no esa relación?
Cada una tiene su momento.
”La intuición” me lleva al encuentro de la temática a fotografiar y a dar los primeros pasos para definir lo que quiero hacer con las fotografías.
La técnica es el medio que me permite hacer lo que quiero.
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Es básico decir, que la mirada de un fotógrafo se forma: ¿Cómo ha ido usted provocando la formación de su mirada?
Tomando y analizando mis fotos.
Mirando y analizando las fotos de los otros.
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¿Es indudable, que usted relaciona sus estudios de la pintura en la historia del arte con la fotografía: ¿Cuándo decide hacerlo y por qué?
Fue un encuentro casual mientras tomaba fotografías de recicladores. Al mirar una de esas fotos tomadas por mí recordé la pintura del San Sebastián de Mantegna. Al compararlas encontré muchos parecidos de orden formal, de expresión y de actitud entre San Sebastián y un reciclador.
A partir de ahí sentí que podía llevar al pasado personas a quienes había fotografiado o traer al presente personajes de las pinturas que por alguna razón me habían conmovido, de manera que las fotos podían acompañar a las pinturas o viceversa.
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¿Observamos que en sus temas, hay una constante temperatura y temperamento por relacionarse con el arte del llamado Barroco, por qué?
Por el realismo de la representación pictórica de ese período. Porque entre los temas del barroco está la vida cotidiana y porque durante el barroco se representa al hombre de una manera realista.
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¿Cómo y desde dónde en usted, en su forma de ser, comienza a desarrollarse la conexión que hace con Goya y por qué él, y más en concreto Los Disparates?
La conexión con Goya existe desde muchos años atrás.
De pequeña me encantaron sus pinturas alegres. De éstas recuerdo a las lavanderas, la gallina ciega, el pelele, el quitasol…
En los 70, cuando estudiaba en Paris asistí a una exposición de Goya en L´Orangerie y luego visité las salas de Goya en el Museo del Prado; allí descubrí la faceta “oscura” en sus pinturas sobre la guerra y en sus Pinturas negras.
Más adelante empecé a estudiarlo y conocí sus grabados.
Un pintor tan polifacético y una obra tan compleja me impactaron profundamente.
¡Puedo decir que estoy conectada con la obra de Goya, por la manera como representa la condición humana. Y en particular, con Los Disparates, porque éstos tienen un ingrediente adicional: son, o parecen ser, imágenes de sueño o de pesadilla, traídas del inconsciente!
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¿Cuándo se da en usted el deseo de establecer esa relación entre Goya y el Carnaval de Barranquilla y para qué?
El deseo de establecer esa relación se dio en el año 2004 cuando regresé del carnaval y vi las fotografías que había tomado.
El encuentro inicial fue entre la pintura de Goya El pelele y una de mis fotografías del Entierro de Joselito Carnaval. Ahí me dije: ¡Joselito es un pelele!
A partir de allí surgieron imágenes que me hicieron traer a Goya al carnaval de Barranquilla, en la serie que titulé “Crónica de un carnaval con Goya”. Esta es una serie bastante festiva donde el encuentro fue principalmente con los cartones para tapices y con los retratos: era el encuentro con la capa exterior del carnaval y del disfraz.
Creo que establecí esa relación porque el carnaval de Barranquilla es una fiesta popular que tiene raíces españolas, indígenas y negras. Las raíces españolas se manifiestan en algunas danzas, disfraces y festejos del carnaval.
En la serie sobre Los Disparates voy un poco más allá: intento vaciarlos de sentido al establecer su estructura formal, interpretarlos al seleccionar los que para mí son sus protagonistas, y reinterpretarlos poniéndole color a lo que es negro y oscuro y proponiendo visualmente que en el disparate del carnaval los sueños y las pesadillas se hacen realidad!
Tal vez establezco esa relación para convocar a quienes ven y/o viven el carnaval, a que vayan más allá de lo que está en la primera capa del disfraz, de la danza, de la comparsa y de la fiesta!
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La vida atormentada de Goya, sus visiones delirantes y de donde usted extrae el mundo fantástico de Goya que tendrían que ver con el Carnaval de Barranquilla?
Yo creo que la vida atormentada de Goya, sus visiones delirantes y su mundo fantástico están expresados en Los Disparates. Estos parecen ser la representación pictórica de sus sueños y pesadillas. Sueños y pesadillas que tienen que ver con la vida y la muerte, el amor y el odio, lo femenino y lo masculino, la alegría y la tristeza, lo terrenal y lo fantástico…
El carnaval es el disparate! En el carnaval, al disfrazarse, las personas hacen realidad sus sueños y sus pesadillas. Y proponen una nueva realidad al disfrazarse de marimondas, monocucos, descabezados, monstruos, muerte, diablos, sátiros, animales fantásticos… personajes grotescos, deformes, monstruosos y fantásticos muy cercanos a los de Goya.
Los unos son disparates pintados. Los otros son disparates vividos y representados.
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¿Podría usted hacer con su misma mirada y estudio una serie de esta misma índole y naturaleza, desde otros Carnavales que hay en Colombia o en el mundo?
Creo que no. En el fondo, a pesar de que la obra de Goya trasciende el tiempo y el espacio y a pesar de que todo carnaval es un disparate, yo establecí esa relación con el carnaval de Barranquilla porque dejó en mí huellas de niñez y juventud. Probablemente otros carnavales darían lugar a otra mirada.
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¿Desde su inicial exposición “Erase una vez…” (2002), en qué medida observa y examina usted su evolución sensible y formal, si podemos hablar en esos términos?
Al leer a Machado y escuchar a Serrat, ellos me invitan a decir que en lo personal y en lo formal voy haciendo camino al andar.
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